miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿De dónde venimos los lanusenses?

por Omar Dalponte*

Octava nota

El segundo intento 
Los piratas pasaron por Lanús
En julio de 1807 se produjo la segunda invasión británica. Desde el desembarco del enemigo en la Ensenada de Barragán hasta su derrota y rendición pasaron solo unos días. La fuerza inglesa, integrada con miles de hombres al mando del general británico John Withelocke desembarcó el 28 de junio de 1807 en la Ensenada de Barragán. Previamente, después de un intenso cañoneo que desmoronó la muralla que protegía la ciudad, habían tomado Montevideo y desde allí, el 27 de junio de 1807, “partió la más importante expedición militar que había llegado a estas tierras en 110 naves que transportaban a un ejército de más de 9.000 hombres dispuestos a vengar la derrota del
martes 12 de agosto de 1806 y reconquistar Buenos Aires”. (Fuente: “La Inteligencia en la Independencia Sudamericana”. Dr. Jorge Olarte).
La ferocidad con que los británicos realizaron su segundo intento de conquista ha sido registrada en innumerables trabajos pero, por eso de habérsenos ocultado la verdadera historia de nuestro país, las atrocidades cometidas por los invasores no fueron difundidas como corresponde. Los británicos violaron, saquearon, torturaron, mutilaron, asesinaron a hombres enfermos, ancianos, mujeres y niños y ejecutaron toda serie de bestialidades.     
“Estos crueles enemigos hicieron tantos destrozos en los arrabales y barrios que iban tomando de esta capital que son inexplicables, pues saquearon y mataron sin distinguir edad. Fue tal su temeridad que hasta a los niños de pecho que eran varones los mataron y aún mujeres embarazadas. Hubo criaturas que no mataron, pero por ser varón, les cortaron las manos, tiranía que ni entre los bárbaros se ha visto: entraban en las iglesias, degollaban las imágenes de los santos y las tiraban por el suelo; entraban a sangre y fuego; pues robaban, saqueaban, destruían puertas a fuerza de hachazos, y los muebles de las casas que no podían llevar, los hacían pedazos, no perdonando su furor ni lo más sagrado de los templos, llevándose hasta los vasos sagrados, custodias, cálices y demás alhajas, y finalmente violaban las mujeres a la fuerza siendo muy pocas las casas que se libraban de su codicia e infernal furia”. (Ibid. Párrafo en el cual Olarte cita a la obra “Memorias” de Juan Manuel Berutti).
No vinieron a ciegas. En 1803 había sido destinado a Buenos Aires el coronel James Florence Burke, “un espía muy especial que representó el papel de un coronel prusiano de apellido Broork. Dotado de una gran suma de dinero para instalar una red de espionaje permanente en Buenos Aires, este oficial irlandés pronto captó a varias personas que, por sus calidades y cualidades, no serían sospechosas de sus nuevas actividades: la de ser espías británicos. Miembros más destacados de esa red de espionaje fueron: Tomás O”Gorman, María Ana Perichón de O”Gorman (También conocida como “La Perichona”) Guillermo Pío White, Carlos José Guezzi* James Fisheri, Oliver Rusell, Francisco González y Juan Silva Cordero” (Ibid).
(*) “Carlos José Guezzi fue un médico que atendía a la población ubicada al sur del Riachuelo, desde la Reducción de la Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes hasta Magdalena, lo que le permitió adquirir un gran conocimiento de la zona y eso resultó de gran utilidad durante las marchas de los invasores en 1806 y 1807”. “En compañía de un peón llamado Mariano guió al grueso de las fuerzas invasoras al mando de Whitelocke. Marchando por la Cañada de Gaete llegaron al Paso de Zamora (cercanías del Puente de la Noria) al anochecer del 2 de julio de 1807. Estos traidores, junto a Guillermo Pío White eran los guías de la expedición que vinieron embarcados desde Montevideo con la flota invasora y fueron los guías de los invasores” (Ibid).
La principal columna invasora al mando de Whitelocke ingresó hacia el centro de la Colonia cruzando el río Matanza por el actual Paso de la Noria luego de atravesar buena parte del territorio donde hoy se halla nuestra ciudad de Lanús. Antes había dispuesto que una porción importante de sus fuerzas, encabezada por el general Levinson Gower, cruzara por el Paso Chico (Lugar donde nuestra calle Yerbal es  perpendicular al río y sus aguas son menos profundas)
Una tercera columna de reserva, bajo el mando del teniente coronel Thomas Mahon, con diez cañones y un obús permanecieron en las cercanías del Puente Gálvez (actual Puente Pueyrredón de Avellaneda) sin gravitar demasiado en las acciones posteriores. Pero todo el poderío militar, las redes de inteligencia y la ayuda de los traidores que colaboraron con el enemigo no les resultaron suficientes. Los británicos perdieron una vez más. La lucha de la resistencia de españoles y criollos contra los invasores fue la lucha de un pueblo en armas con decisión inquebrantable para defender lo suyo y que no necesitó de generales para triunfar sobre quienes trataron de someterlo.
“En los fogones que surgieron por doquier, en forma espontánea, muchos gauchos templaron sus guitarras y en uno de ellos – vaya uno a saber quien fue- mientras el mate era allí un señor, improvisó con un sonido melancólico y un tanto reiterado, unas estrofas que memoraban el triunfo obtenido. Nació así, en esa fría noche de julio de 1807, nada más ni nada menos que el “Triunfo”, el que bien pronto fue adoptado en toda la ciudad y la campaña”(Ibid).
Un par de años después de nuestra victoria sobre los británicos se producirían dos acontecimientos fundamentales: los levantamientos populares de mayo y de julio de 1809 en Chuquisaca y La Paz. Más adelante se produciría, en 1810, la Revolución de Mayo. De esas y otras cosas hablaremos en nuestra próxima entrega.
  (*) Director del museo municipal