martes, 9 de noviembre de 2021

Espert: Un lobbista de la dictadura de las patronales


por Lisandro Martinez*

Mientras el Wasinthong Post -un medio insospechado de ser el vocero de la revolución socialista- celebró el éxito de la jornada laboral de 4 horas sin rebaja de salarios. (iProfesional 11.07.2021),  José Luis Espert (JLE) ha presentado un “códice de castigos y penitencias para obreros en lucha”: Una mezcla de “certidumbre moral” que es siempre un síntoma de inferioridad cultural  y el viejo cuento “de la buena pipa” que deberían cumplimentar los obreros sometidos a un calvario kafkiano donde no obtendrían sus reivindicaciones. 

     El esquema son una serie de tramoyas ilegales donde quienes reclamen nunca avanzarán un casillero y si organizan una huelga contra la farsa van directo a ser judicializados, pero antes como en “el cuento de la buena pipa”, deben pagar multas, para después seguir jugando al “cuento de la buena pipa”.

   El 3/11/2021 Infobae publicó las propuestas electorales que JLE-un representante de lo retardatario que pretende contra natura mantener una normativa de castigos y penitencias propias de un convento de clausura  oponiéndose a reformas o cambios que representen un progreso social-. El representante del escarnio de las patronales contra los derechos

obreros,  presentó la plataforma de su agrupación Avanza Libertad ante la Cámara Electoral, que conculca toda libertad obrera.

    Sus propuestas son una vuelta a la política antiobrera de Martínez de Hoz y de la dictadura militar 1976/1983 y la burocracia sindical colaboracionista. En esos 7 años no hubo un solo día donde no se ocupara una fábrica en el país, no se hicieran huelgas por turno y no se boicoteara la producción de la patronal desaparecedora de obreros. 

El plan de la dictadura patronal de Espert pretende: 1. Limitar el derecho de huelga en cualquier actividad, dejando abierto un laberinto de conciliaciones previas entre las partes que aseguren impedir la libre organización de luchas y reclamos y estas al no poder constituirse “legalmente” siempre estarían por fuera de la ley.  La “ley de JLE”, individualiza, judicializa a los líderes de las protestas de masas y los inhabilita multando a esos dirigentes sindicales, que por supuesto, con cualquier iniciativa que tomen van a violar las instancias legales previstas por JLE y sus huelgas serán acusadas de “salvajes”  y los medios para reclamar por los derechos obreros van a ser calificados de “extorsivos”. Lo que sí establece de antemano JLE, es que “en cualquier caso, los días de huelga no serán pagos”.  A JLE un servidor de las fuerzas del pasado, ni se le ocurre para disimular sus intenciones contrarias a derecho: Proponer límite alguno a las patronales que en general son las que violan todos lo que un minuto atrás acordaron. 

        2. JLE intenta impedir todos los derechos obreros “limitando a un mínimo excepcional de legalidad las huelgas generales, que para JLE “siempre tienen una motivación política”, esta extraña conclusión manejada por un economista expone su franca intolerancia de clase, frente a derechos históricos consagrados en las luchas del movimiento obrero, además las revoluciones sociales surgieron siempre en la cola de comprar pan, es decir siempre fueron y son cuestiones económicas para que luego las masas concluyan que deben hacerse cargo de la cuestión política y ya que estamos :¿Por qué no del poder?. 

   JLE  redita lo más siniestro de Tomas de Aquino (1226/1274) quien predicaba sobre la naturaleza fija e inamovible de las clases sociales, cómo los inferiores tienen el deber de trabajar para los dueños y los nobles y eruditos cultivar las humanidades propagando la verdad absoluta. 

   JLE vuelve señalando: “Las condiciones para legalizar las huelgas serán explicitadas y la ley condenara con multa, inhabilitación y prisión a los dirigentes sindicales que convoquen al desacato impulsando movimientos de fuerza fuera de la ley”. 

Es “el cuento de la buena pipa” no hay ley donde ampararse y cualquier movimiento de masas que reclame estará por fuera de la ley. Y vuelve  JLE con su códice de castigos: “Aun cuando los huelguistas cumplan los requisitos legales, los días de huelga no serán pagos”.

    3. “Los empleados estatales y de servicios esenciales privatizados no tendrán derecho a la huelga y la ley preverá la inhabilitación y multa para los dirigentes sindicales estatales que violen las instancias legales con huelgas salvajes”. Este punto 3 esta formulado por un iletrado negacionista que saca a millones de trabajadores del listado de ciudadanos con derechos consagrados de igualdad frente a la ley y los manda a un limbo donde se impone la capucha, los grilletes y la ilegalidad como si fuera orden de la Infalibilidad papal. 

La dictadura declaró a las fábricas objetivos militares

   La burguesía en la dictadura genocida era sostenida por la burocracia sindical y se atrevió a aumentar la tasa de explotación, integró el mercado financiero nacional al internacional, subsidió al gran capital con la tablita de Martínez de Hoz que pagaba altas tasas de interés a los inversores golondrinas y luego facilitaba la fuga de capitales. “Entre 1976 y 1977 (en medio de las desapariciones de delegados y activistas combativos) se produjo una oleada de conflictos obreros de carácter abierto, aunque era posible enfrentarse al secuestro y la tortura, cuando no la desaparición. En agosto setiembre estallaron una serie de luchas en la industria automotriz. En Córdoba y GBA, en junio 1977 hubo una oleada de huelgas en el Gran Rosario durante 10 días en diferentes fábricas. Una tercer ola (como la del covid) de huelgas de mayor magnitud se desataron en octubre, noviembre  de 1977 que incluyó, ferroviarios, subterráneos, Luz y Fuerza, bancarios, aeronáuticos, portuarios, etc. Por momentos alcanzó dimensión nacional”. (Los trabajadores del Gran Rosario ante la dictadura militar- la dinámica de los conflictos durante 1976/1977- Andrés Carmininati).

    José Luis Espert es un aprendiz de brujo al que la clase obrera le va a pintar la cara todas las veces que sean necesarias, en medio de una crisis pavorosa del régimen político donde nadie del statu quo se anima a mover una ficha para que no vaya a producirse el derrumbe por efecto domino.

   La dictadura se empeñó fusilando, masacrando y haciendo desaparecer con el mismo programa patronal que nos ofrece JLE. La clase obrera el 30/3/1982 marchamos a plaza de mayo al grito de “se va a acabar la dictadura militar” y así fue. 

    El programa de JLE sólo pasara si el capitalismo logra retrotraernos a la edad de piedra. 

     (*) Del Partido Obrero Tendencia