miércoles, 17 de noviembre de 2021

Noviembre 1972.Y un día llegó Perón

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

   La historia de Lanús como partido autónomo y la historia del peronismo corren en paralelo.

Nuestro primer intendente con el cargo de comisionado, don Juan Ramón Piñeiro, asumió el 1 de enero de 1945.

En ese mismo año que algún historiador calificó como el huracán de la historia ocurrió la gran jornada del 17 de octubre. A  Perón, días anteriores   a esa fecha detenido en la isla Martin García, lo trasladaron al Hospital Militar y su pueblo, en una movilización sin precedentes, lo liberó.

   Nació el peronismo. En la calle. Dejando postales de "patas en la fuente" y haciendo escuchar música de pueblo. También, en medio de la alegría el sabor de un trago amargo. Porque al mismo tiempo nació el antiperonismo cargado de odio y dispuesto a sembrar dolor y muerte. Su primer semilla de plomo la depositó en un cuerpo hasta ese día lleno de ilusiones y de juventud. Bajo la bala disparada desde una guarida de la antipatria cayó asesinado nuestro primer mártir,  el joven Darwin Passaponti, regando con su noble sangre el

asfalto de la Avenida de Mayo.

   Después, a partir del primer triunfo electoral del peronismo en febrero de 1946 vinieron nueve años de felicidad y progreso que la oligarquía y sus sirvientes no pudieron tolerar. Por eso produjeron el abril sangriento, el junio de horror y el septiembre trágico.(1)

  Perón tuvo que sufrir el tiempo del exilio. Pero, como en las letras de tangos, las palabras, REGRESO Y VOLVER en el peronismo están siempre presentes. Y el General volvió. Un día fue el día del regreso. Fue un 17 de noviembre de 1972. 

   Hace 49 años Perón regresó al país luego de 17 vividos en el exilio. Los gorilas del general Aramburu y del almirante Isaac Rojas, entre 1955 y 1958 quisieron arrancarlo del corazón y de la mente del pueblo fusilando, encarcelando, torturando, persiguiendo y proscribiendo a los peronistas. No pudieron. Más adelante, Arturo Frondizi, elegido presidente de la Nación en 1958, trampeando a los argentinos, traicionando a Perón, entregando el petróleo a los yanquis con el nefasto Alvaro Alsogaray como ministro de Economía, tampoco fue capaz de gobernar. El peronismo resistiendo no se lo permitió. Después de un tiempo, el radical Arturo Humberto Illia, que había llegado a la presidencia en 1963  con un mísero 23 % de votos y sin los atributos personales necesarios para cumplir con semejante función en tan difíciles circunstancias, en 1964 hizo fracasar el retorno del General mediante la gestión en Brasil de su ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Zabala Ortiz, quien en junio de 1955 tuvo participación directa en el bombardeo a la Plaza de Mayo. A partir del golpe de estado del 28 de junio de 1966, el dictador, general Juan Carlos Onganía, procuró aislar a Perón deformando al peronismo con la colaboración de los burócratas sindicales participacionistas con el “Lobo” Augusto Timoteo Vandor  a la cabeza. El país explotó a los pies de aquel militar bruto y el metalúrgico  Vandor murió con la corbata puesta ajusticiado vaya a saber uno por quienes. En 1972, el general Alejandro Agustín Lanusse que encabezaba la última etapa de la autodenominada Revolución Argentina, afirmó que al general Perón “no le daba el cuero para regresar” y aseguró que los militares bajo su mando no llevaban las armas de adorno. Perón lo destruyó respondiéndole que lo que tenían de adorno era la cabeza. A pesar de las mil maniobras que realizó aquella dictadura con su ministro de Interior, el radical Arturo Mor Roig, para impedir el retorno de Perón, el 17 de noviembre de 1972, el líder del Movimiento Nacional Peronista pisó tierra argentina.

   Ese día, en Lanús, muy de madrugada, un grupo de compañeras y compañeros nucleados en la Agrupación 4 de Junio cuya titularidad ejercía el compañero Roberto Miguelez, partimos de la vieja casa ubicada en la calle entonces llamada Emilio Mitre, entre Córdoba y Gaebeler, Lanús Este. Nuestro destino era Ezeiza. Bajo un cielo encapotado caminamos viejos y jóvenes peronistas, mujeres y varones, ellas y nosotros. Helicópteros de la policía de la provincia de Buenos Aires surcaban el aire con la pretensión de quebrar nuestro ánimo militante y el de todas y todos  que desde distintos lugares de Lanús partíamos para recibir al inmenso General. A cada pasada de esas máquinas la respuesta eran carcajadas y vivas a Perón. Ahí marchamos bajo la llovizna junto a Juan Picarelli y su esposa, también con Héctor “Picha” Guidi, Graciela Gutierrez,  y entrañables compañeros como René y “Patilla” de la UB “Sproviero”, Bonelli y Porota Ratto. Varios ya no están. Pero como diría Discepolín “aún nos guían”.

   Nos concentramos en la zona de la estación ferroviaria de Lanús y partimos con el conjunto de compañeros desde la esquina de Pavón y Olivieri, calles que ahora se llaman Hipòlito Yrigoyen y Juan Ramón Piñeiro. Ya éramos muchos. En el trayecto la cuota de emoción la dio una anciana que se sumó diciendo que reafirmaba su compromiso con el General y con su hijo…asesinado por la dictadura en el año 1956. A las siete y media de la mañana llegamos formando una columna de gran volumen.,

    Frente a nosotros las fuerzas conjuntas de Policía y Ejército. De nuestro lado miles de brazos en alto, los dedos en “V”. Del otro lado los perros, los gases, las Itakas y las ametralladoras. De nuestro lado la razón y el Himno Nacional… “Oh juremos con gloria morir”. Del otro lado la sinrazón y la represión. Represión bárbara que como pueblo aguantamos. Quebramos el cerco, corrimos saltando charcos y techos. Finalmente pudimos ubicarnos sobre la ruta que lleva al aeropuerto. La lluvia persistía. Pero la multitud no aflojó. La milicada por momentos se venía con todo. Pero el pueblo peronista estaba allí. Mujeres, hombres, viejos y jóvenes. Embarrados, mojados, pero firmes.

Por fin llegó el General, Fue un solo grito: Perón. Aterrizó el avión. No pudimos acercarnos. La dictadura y la burocracia, de común acuerdo, impidieron el contacto del pueblo con su líder. Rucci abrió el paraguas. Todo un símbolo. El “entorno” funcionó. Pero eso es parte de otra historia que algún día contaremos. Muchos de los viejos compañeros ya no están. Otros muchos quedamos. Y a pesar de tantos inviernos pasados tratamos de seguir luchando, con la mirada puesta en el futuro, por la liberación nacional y social de la Patria.


(1) Abril sangriento, Junio de horror y Septiembre trágico. 15 de abril de 1953, los radicales Arturo Mathov y Roque Carranza acompañados por un personaje oscuro, un tal Carlos González Dogliotti colocaron bombas en una concentración peronista en Plaza de Mayo causando varias muertes y 90 heridos graves.El 16 de Junio de 1955 aviones de las fuerzas armadas argentinas bombardearon Plaza de Mayo y sus adyacencias causando aproximadamente 400 muertes y muchos heridos graves.

El 16 de septiembre de 1955 se realizó el golpe de estado que derrocó a Perón iniciando una etapa de dolor en la Argentina. 

   (*) De Iniciativa Socialista