domingo, 17 de mayo de 2020

La Chiche, el Cuervo y las manzaneras

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

Aún en medio de las dificultades más grandes el peronismo se las arregla para alborotar el avispero político. En estos días, la decisión de un funcionario justicialista bonaerense causó inquietud en algunos espíritus que inmediatamente, entre rezongos, expresaron sus disconformidades. Por no estar acostumbradas a los rigores del clima peronista, ciertas epidermis sensibles suelen sufrir molestos escozores cuando, de repente,ven reaparecer en el escenario político a figuras que daban por sepultadas en el olvido. Por estos días se alteraron los ánimos de algunas individualidades o sectores que, apasionadamente y probablemente con las mejores intenciones, en un tiempo creyeron que con la muchachada del Patio de las Palmeras comenzaba y terminaba la historia del Movimiento Justicialista. Muchas veces las necesidades de la política real determinan que, al final, no todos los viejos son descartables ni todos los jóvenes son tan innovadores como como podrían ser.
Ocurre que Andrés "Cuervo" Larroque asumió como ministro de Desarrollo de la Comunidad en la provincia de Buenos Aires y, entre los pasos dados para conformar su equipo de trabajo, invitó a la señora Hilda González de Duhalde a sumarse a la tarea para la cual fue designado. La ex senadora fue recibida por el nuevo funcionario y luego, según diversas informaciones, declaró que «a Larroque le ha tocado un Ministerio muy complicado y difícil donde uno puede observar que las patologías sociales se van complejizando y quiere volver a rearmar las redes territoriales».
Además, en tono crítico, de acuerdo a  distintas versiones, señaló que «no puede ser que la Mesa del Hambre no se haya reunido lo suficiente en un momento como este, donde el Estado no puede comprar ni arroz», y adelantó que le pedirá una reunión al presidente, Alberto Fernández, «ya que no entiendo que estemos tan ausentes en el tema alimentario.
Así es que quienes en determinado momento caracterizaron a veteranos y veteranas
peronistas como los pasajeros de “un tren fantasma”, ante esta convocatoria y algunos otros hechos de reciclaje político no es extraño que algún malestar estomacal les perturbe momentáneamente su existencia. Mucha buena gente debe comprender que integrarse al peronismo es como cuando uno, sin haber navegado nunca, tiene necesidad de un largo viaje por mar. Al principio puede ocurrir que el movimiento de la embarcación, por el oleaje, le produzca mareos, un estado nauseoso y le ocasione vómitos. Pero con el correr de las horas o de unos días, el cuerpo se acostumbra y la travesía se torna placentera .
En oportunidades que palomas y halcones, apresurados y retardatarios, moderados e intolerantes se abrazan y se besan no hay mejor manera - para comprender estos fenómenos - que recurrir a los dichos del mismísimo Perón. Algunas de esas declaraciones, hechas hace casi cincuenta años, circularon siempre como humoradas, pero el General, con su natural gracejo, expresó mediante ellas, con toda seriedad, lo que siempre fue una realidad en el Movimiento Justicialista. 
Ante la pregunta de un periodista para que Perón describiera el espectro político argentino, cierta vez respondió: “Mire, en Argentina hay un 30% de radicales, lo que ustedes entienden por liberales; un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas”. “Y entonces, ¿dónde están los peronistas?”, inquirió el informador.
“¡Ah, no, peronistas somos todos!”. «Tenemos una ideología y una doctrina, dentro de la cual nos vamos desarrollando. Algunos están a la derecha de esa ideología y otros están a la izquierda, pero están en la ideología. Los de la derecha protestan porque éstos de la izquierda están, y los de la izquierda protestan porque están los de la derecha. Yo no sé cuál de los dos tiene razón. Pero es una cosa que a mí no me interesa. Me interesa que exista un movimiento que sea, diremos, multifacético, que tenga todas las facetas que un movimiento debe tener. Nosotros somos un movimiento de izquierda. Pero la izquierda que propugnamos es una izquierda justicialista por sobre todos las cosas; no es una izquierda comunista ni anárquica”.
En el Movimiento Peronista, choques internos hubo y habrá siempre. Acuerdos y desacuerdos existirán siempre, desde los que acontecen en las organizaciones barriales hasta los que suceden en los más altos organismos de conducción. John William Cooke (**) supo opinar con buen criterio respecto a estas cosas. Así lo expresaba: “Durante bastante tiempo, el prestigio de Perón evitó las colisiones, pero aunque podía absorber estas contradicciones, no las suprimía; algunas aparecieron a la luz en los momentos finales del régimen, otras después de la caída. El equilibrio era ya insostenible. Eso explica por qué el peronismo sigue siendo el hecho maldito de la política argentina: su cohesión y empuje es el de las clases que tienden a la destrucción del statu quo". A partir de estas reflexiones, tomando una de sus frases, a Cooke se le atribuye haber afirmado que: “El peronismo es el hecho maldito del país burgués”. En los ámbitos donde los “intelectuales” despuntan sus vicios, las discusiones sobre el pensamiento de este enorme dirigente aún continúan. Probablemente, esos debates, ayuden a encontrar rumbos para los tiempos militantes que se aproximan.
En atención a los históricos encontronazos internos que, en determinadas épocas se caracterizaron por su virulencia, los pequeños dimes y diretes de la actualidad no deberían quitar el sueño a nadie como tampoco tendrían que preocupar los acercamientos y reconciliaciones de figuras que en otros tiempos fueron la encarnación de Capuletos y Montescos. Es justo reconocer que algunas creaciones de la señora Hilda González, en el pasado, han sido muy positivas y no suficientemente reconocidas. Las Manzaneras, por ejemplo, han sido una realización muy positiva cuya historia está narrada con precisión en “Las mujeres de buena leche”, de las escritoras Josette Halégoi y Mabel Meschiany, en donde se explica la naturaleza y creación de una red que, a través del compromiso y la fe, redujeron la desnutrición y la mortalidad infantil en los barrios más vulnerados y carenciados de la provincia de Buenos Aires. Las Manzaneras fue un grupo formado por voluntarias, referentes barriales del Plan Vida, una creación de Hilda “Chiche” Duhalde en septiembre de 1994 cuando lideró el Consejo Provincial de la Familia. Dicho grupo, en situaciones de extrema necesidad, ayudó a que 23 mil niños coman. Distintas crónicas informan que el lugar de lanzamiento de aquel primer programa fue Florencio Varela y que la estrategia inicial consistió en dividir a la Provincia de Buenos Aires en 14 zonas y designar una responsable de recolectar información sobre la situación de los distritos integrantes de la región para aplicar políticas públicas que significaran ayuda concreta a los necesitados.
Por otra parte, para aliviar los pesares de quienes casi están al borde de una crisis nerviosa por la invitación hecha a Chiche Duhalde, tengamos presente que dicha convocatoria cuenta con el aval de Axel Kicillof, seguramente con la aprobación de Máximo Kirchner y por lo tanto, más que seguro, con el consentimiento de Cristina Fernández. No olvidemos que si existe un enemigo real y peligroso para los intereses populares ese enemigo es el macrismo, y que entre nosotros, nunca habrá nada mejor que otro peronista.

   (*) De Iniciativa Socialista
(**)John William Cooke fue un abogado y político argentino, líder del ala izquierda del peronismo hasta
su muerte. El presidente Juan Domingo Perón lo designó como apoderado del Movimiento NacionalJusticialista luego del golpe cívico-militar autodenominado Revolución Libertadora de 1955