por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comSería demasiado apresurado afirmar que con la victoria granate en La Paternal por 2 a 0 el elenco de Guillermo superó definitivamente el bajón físico y futbolístico que lo aquejó desde la abultada caída ante Rafaela, allá por la 2da fecha del Torneo Final. Después de ese cotejo volvió a perder con el Pincha en La Plata, y en el medio el empate de local ante O’higgins, significaron la realidad de una crisis incipiente. La victoria ante Vélez resultó un espejismo, ya que fue seguida por la dura derrota en Paraguay ante Cerro Porteño por 3 a 1 y la caída en Bahía Blanca por 2 a 0, ambas ante equipos que se quedaron prematuramente con diez hombres -Cerro desde los 27’ de la etapa inicial, Olimpo desde los 14’- y no obstante ambos le ganaron inobjetablemente y por dos goles de ventaja. Ese fue el punto crítico y Lanús se recuperó con dos victorias ante rivales en situación complicada, Racing en La Fortaleza y Argentinos de visitante, en ambos casos apelando con éxito al recambio. Tal vez el presente envión anímico sirva para extender la racha ante un equipo poderoso como el Deportivo Cali e intentar ganar o al menos no perder en Colombia el próximo miércoles. Una derrota no sería eliminatoria pero recortaría aún más la chance de seguir adelante en la Libertadores, un mal resultado siete días después en La Fortaleza lo dejaría KO. En el medio, recibirá al golpeado Quilmes, a quien deberá enfrentar con equipo alternativo, y después de la revancha copera ante el Cali de local, la visita a River y de inmediato recibir a Cerro para tres días después volver a jugar de local ante Central. Es tal la seguidilla que va a ser difícil determinar el momento en que Lanús tenga que dejar de batalla en alguno de los dos frentes para pasar a
priorizar el otro, si es que eso ocurre.
En principio, ante Argentinos disminuyeron los errores defensivos. No desaparecieron, es cierto, pero al menos Goltz e Izquierdoz recuperaron la línea, aunque Velázquez sigue dando muestras de que le cuesta un poco más recuperarse, y Ayala -en el lugar de Araujo, que descansó en el banco de relevos- cumplió en la función defensiva y fue factor fundamental en ambas conquistas con su recuperada justeza en la pegada: En la última pelota de la etapa inicial ubicó un tiro de esquina en la cabeza del Pulpito, que con un amague se desprendió de su marcador y conectó con fuerza un frentazo perfecto, ubicando la pelota contra el poste derecho del arquero local, Nereo Fernández, para ir al descanso con la merecida ventaja. En esa etapa, Lanús había sido netamente superior, ocupando campo rival y llegando al área adversaria con cinco y hasta seis futbolistas en varios pasajes, con el Laucha desequilibrando por izquierda, Blanco tratando de pivotear por el centro del ataque y muy poco, casi nada de Melano por derecha, lo mejor llegaba desde el medio con el acertado trabajo de Ortiz, Barrientos y el Pulpito González.
En el arranque del complemento fue el tiempo de Argentinos. El local se fue encima con todo lo que tenía y bien pudo haber logrado la igualdad, pero apareció una vez más el extraordinario presente de Agustín Marchesín tapando tres pelotas claras de gol, dos del Pepe Sand y una de Lucas Cano, que tranquilamente pudieron haber significada una igualdad parcial que por entonces el Bicho merecía. Una vez más, el Mellizo acertó con los cambios. Primero reemplazó a Lucas Melano, al que le cuesta demasiado recuperar el nivel que mostró en su llegada a Lanús, e hizo ingresar a Junior Benítez, que sin brillar inquietó con su presencia por izquierda. Luego, a los 23, volvió a acertar con un cambio riesgoso pero necesario, porque su equipo no hacía pie en la zona media: Sacó a Lautaro, de más que aceptable retorno, y puso a Somoza para dar más batalla y a la vez intentar darle destino más claro al balón recuperado. Pasados los 30’, reforzó aún más la marca en el medio con Pasquini en lugar de Barrientos, y el ex Atlanta se acomodó mejor en un mediocampo de cuatro volantes de recuperación junto a Somoza y los que siguieron siendo las máximas figuras de su equipo: El Pulpito, que volvió a su gran nivel de fin de semestre pasado, y el Marciano Ortiz, quien tal vez jugó su mejor partido desde que llegó a Lanús, y lo coronó con un gran gol de cabeza, luego de otro pase milimétrico de Víctor Ayala para aparecer por sorpresa y abortar definitivamente el desesperado intento local por revertir un destino de derrota que estaba escrito en los diferentes potenciales de ambos equipos.
Si en verdad pasó lo peor, lo sabremos el próximo miércoles cuando con todos los titulares visite al Deportivo Cali, partido fundamental para recuperar el protagonismo en el parejo Grupo 3 que Lanús integra junto a los campeones de Colombia, Chile y Paraguay. Entonces sabremos si el bajón terminó, y si el Mellizo aprovechó la malaria para probar variantes que le permitirán saber quienes serán los dos jugadores por puesto que en la coyuntura interminable de partidos cada tres días se hace más que necesario disponer. Lo bueno hasta hoy es que pese a la pálida imagen que el campeón sudamericano entregó en varios encuentros, aún está en carrera en ambos frentes y mantiene intactas sus chances.