domingo, 22 de enero de 2017

¿De dónde venimos los lanusenses?

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Décimo cuarta nota
Seguimos con nuestros italianos
La lejanía de los propios aromas, sabores y colores, la dificultad para comunicarse en otro idioma y no poder hablar de cosas comunes, la necesidad de compartir momentos con sus iguales, indujo a nuestros italianos a buscar a sus compatriotas. Seguramente echar de menos a las voces queridas y a los paisajes que estaban lejanos los impulsó a unirse. Y cuando encontraron a los  paisanos, a aquellos que habían llegado provenientes de los mismos lugares o de regiones vecinas, hubo reuniones domingueras de pastasciutta y tarantelas en cálidas fiestitas familiares con aires pueblerinos. Así, sabiendo que la unión proporciona fuerzas y facilita el progreso,  familias enteras se ayudaban entre sí a construir sus casas. Muchos de nosotros los vimos en Villa Barceló, Villa Diamante, Caraza, Monte Chingolo, Remedios de Escalada, Valentín Alsina, Gerli y en otros muchos sitios de nuestra ciudad. Muchos de nosotros vivimos aquellas felices jornadas junto a
nuestros “nonos”, tíos y primos.
De aquellas reuniones y suma de esfuerzos surgieron ideas orientadas a multiplicar las acciones conjuntas. Y fueron naciendo las sociedades de socorros mutuos, los clubes, centros culturales, círculos sociales, diferentes instituciones y distintas formas de organización que les permitieron reunirse y trabajar no sólo por el bienestar personal y de las respectivas colectividades, sino también para realizar un muy positivo aporte a nuestra cultura y a nuestro progreso. Los barrios de Lanús quedaron impregnados de la impronta marcada por los italianos. En cada localidad de nuestra ciudad  señales muy profundas perduran y siguen muy vivas sus celebraciones tradicionales.
En la década de 1940/50, como dijimos, se cumplió otro ciclo migratorio. Los recién llegados a la Argentina, en esa época, a diferencia de quienes los precedieron tuvieron la ventaja de que las redes solidarias de las colectividades ya estaban tendidas. En el caso particular de los italianos hacía muchos años que distintas instituciones venían funcionando a pleno. Además, los tiempos de guerra y el período de posguerra, entre otros factores, habían exigido que en nuestro país se abriera un proceso de industrialización muy importante. De manera que la situación de los nuevos inmigrantes, en esos años, fue marcadamente diferente a la de quienes habían arribado a fines del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX. Al llegar hallaron a sus paisanos y a sus descendientes plenamente integrados a nuestro país sin problemas con el idioma, no tuvieron inconvenientes en incorporarse al mundo del trabajo, pues se necesitaba mano de obra tanto en la industria como en las empresas de servicio. Salvo en la construcción, donde rápidamente no pocos italianos montaron sus pequeñas empresas, en los rubros de peluquería, reparación de calzado y alguna que otra actividad,  no necesitaron –en general- recurrir al cuentapropismo. En Lanús, la existencia de importantes establecimientos como Campomar, los talleres ferroviarios, Orandi y Massera, Marangoni, Giardino, Centauro, Neosol, Fialp, Titán  y la instalación de grandes empresas como  Siam Di Tella permitieron asegurar trabajos estables con buenos sueldos  que garantizaban, esfuerzo mediante, adquirir terrenos y edificar su casa propia. Los años cuarenta y cincuenta fueron de saludable integración. Nuestros queridos italianos, acriollados, se convirtieron en buenos asadores de carne, los argentinos en buenos cocineros de pizza y de pastas.
Hermanados en el deporte y en el arte
Los domingos por las mañanas, en los barrios, mientras se mezclaban los aromas del tuco con los del asadito, llenaban el aire las canciones del muy nativo Antonio Tormo con las del muy italiano Nicola Paone. Así, “El Rancho e” la Cambicha” y “Mama Vieja” se entrelazaban con “Uei Paesano” y “La Cafetera”. Ambos intérpretes y sus canciones, algunas pletóricas de nostalgia, otras llenas de alegría o de sana picardía, entraron en el gusto popular como pocas veces antes había ocurrido. Tanto el mendocino Tormo, como el siciliano(*) Paone, batieron records al vender millones de placas discográficas. La integración entre italianos y argentinos produjo, sin dudas, un fenómeno cultural notable en nuestro país. Grandes artistas, voces excepcionales, produjeron obras inolvidables que han quedado como joyas del arte del canto. Así, como han quedado registrados para siempre nuestro himno tanguero “La Cumparsita” y el tango “Confesión” en la magnífica voz de Tito Schipa,  permanecieron en el tiempo las espléndidas interpretaciones de “Sensa Mamma e Sensa Amore”  y “A Marechiare” por  Alberto Castillo y Hugo del Carril respectivamente.
El automovilismo, junto al boxeo y al fútbol, a mediados del siglo pasado vivió su época de oro siendo una verdadera pasión para miles de aficionados. Fue el deporte por excelencia donde hubo memorables duelos entre marcas (Alfa Romeo, Lancia, Ferrari, Maserati, Mercedes Benz etc.) y pilotos. En las más importantes pistas del mundo se produjeron tenidas inolvidables entre volantes de excepción. Giuseppe “Nino” Farina (turinés) Luigi “Gigi” Villoresi (milanés) y Alberto Ascari (milanés) fueron, en Fórmula 1, protagonistas de jornadas automovilísticas de muy alto nivel junto a nuestro grandes Juan Manuel Fangio -oriundo de Balcarce-  Froilán González -nacido en Arrecifes- (ambas localidades de la provincia de Buenos Aires) y los hermanos Oscar y Juan Gálvez, todos ellos íconos del automovilismo argentino.
También en el fútbol la relación entre italianos y argentinos fue y es muy intensa. Naturalmente que el punto máximo de dicha relación se alcanzó con el paso de Diego Armando Maradona por el Nápoli. Pero si bien son destacables los lazos de amistad logrados mediante las actividades deportivas, es imprescindible señalar la influencia  que los italianos y sus descendientes ejercieron en las artes y en las ciencias de nuestro país. Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Benito Quinquela Martín y Raúl Soldi han transmitido mediante la belleza de sus colores y la exquisitez de sus murales, la solidaridad con los sectores más desprotegidos de la sociedad, lo profundo de nuestras tradiciones, la grandeza del trabajo y sentimientos religiosos plasmados en frescos conmovedores. En Lanús, Rubén Julio Casaretto y Mario Cecconi han sido destacadísimos artistas reconocidos internacionalmente, autores de innumerables obras en la plástica y la xilografía.   
Cinematográficamente, en la rica pantalla italiana de posguerra, brillaron y nos encantaron Ana Magnani, Aldo Fabrizi, Totó, Ugo Tognazzi, Victorio Gassman, Marcelo Mastroianni, la inigualable Gina Lollobrígida y muchos otros que sentimos tan cerca como a los locales. Algunas de estas estrellas nos visitaron causando gran repercusión y recibiendo grandes demostraciones de afecto de parte de nuestro público. Mientras tanto, aquí se destacaban actrices y actores de origen italiano,  nacionalizados argentinos, de la talla de Diana Maggi, Emma Gramática, Pierina Dealessi y, un poco más tarde, Darío Vittori y Rodolfo Ranni 
Sueños convertidos en realidades
No pocos inmigrantes soñaron con un buen futuro para sus descendientes y esos sueños se hicieron realidades con la formación de científicos notables como, por ejemplo, fueron los hermanos Enrique y Ricardo Finochietto, destacados médicos reconocidos internacionalmente, hijos de inmigrantes genoveses. El eminente cirujano, René Favaloro, de padres italianos, fue una alta personalidad pública que durante su existencia fue tomado como un hombre de consulta siendo valoradas sus opiniones sobre temas que excedían la ciencia médica.
Nuestras vidas, herederas de vidas anteriores, están colmadas de voces, gestos, melodías y tonalidades que mezcladas amorosamente a lo largo de más de una centuria, llegaron transportadas por aves mágicas que anidaron en nuestras almas suramericanas. Atesoramos infinitas vivencias por haber sido testigos presenciales de la perseverancia y el esfuerzo de nuestros abuelos y padres, de nuestros vecinos y amigos venidos de allá y afincados aquí para crecer y multiplicarse sembrando soles para los amaneceres de la patria compartida. 
                          (Continuaremos con otras colectividades)