miércoles, 17 de febrero de 2021

Candombe en Carnaval

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com




 Es sabido que el fútbol es un deporte de evolución permanente, y que las principales ligas del mundo se han convertido en una apuesta grande en la que no hay margen de error, un juego que reparte mucho para los que ganan pero asfixia hasta la quiebra economía a los que pierden. Los dirigentes de algunos clubes argentinos, como San Lorenzo e Independiente, no han logrado adaptarse a las nuevas necesidades del mercado.  Los errores cometidos en la conformación de sus respectivos planteles y  los  gastos innecesarios o desmedidos en los que incurren a  menudo han puesto al rojo vivo a la tesorería de ambas instituciones, y eso termina repercutiendo en el ánimo de cada plantel. Las derrotas llegan y se acumulan. Y el que pierde, si no vuelve pronto a la victoria, a la larga o a la corta desciende. Son varios los clubes que no la vienen pegando. En tiempos en que los ingresos han mermado dramáticamente, hay deudas que asustan.
    Lanús afrontó el compacto campeonato 2020, el que cerró el primer año de pandemia, reduciendo notablemente su presupuesto, manteniendo un pequeño grupo de sueldos elevados -los de las principales figuras- y una mayoría de sueldos de empleado público, que es lo que ganan los debutantes. El plan de no recurrir a la búsqueda de futbolistas del mercado, que en principio Zubeldía aceptó, con el trabajo en marcha no lo terminó de conformar, y de carácter urgente pidió dos centrales de refuerzo, algo que la dirigencia cumplió a medias y sin entusiasmo -llegó Alexis Pérez- y que terminó con el DT contrariado y las partes sin diálogo fluido entre sí hasta el día después de la fecha final de la última competencia.
    Mientras la Copa Sudamericana estuvo al alcance, el público Granate respaldó al equipo a regañadientes, sin cuestionar demasiado lo exhibido pero ilusionado con la posibilidad de avanzar. Fue perderla y volver a empezar con las broncas cruzadas, los pases de factura, que la culpa la tiene Juan, que la tiene Perico, que el culpable es Andrés. La pálida actuación en el partido final, la pobre imagen dejada por el equipo y la abultada derrota sufrida ante Defensa y Justicia, que era un resultado muy posible, caldeó de manera exagerada ánimos que estaban ocultos pero expectantes. El hincha común no acepta esperar que los jóvenes se consoliden. El sueño del simpatizante, y también de algunos socios, es que el club gaste, no importa cómo ni con qué. El día después de la final perdida, Zubeldía y Russo volvieron a juntarse, y en apariencia, se pusieron de acuerdo. Sin embargo, el presidente salió diciendo que hay que consolidar al plantel y tratar de que no se vaya nadie, en tanto el DT salió diciendo que sigue necesitando tres refuerzos.  
    Durante la semana de receso, en el contexto de un mercado casi sin oferta y sin saldos, Zubeldía siguió esperando los tres refuerzos. Para asegurarse lo que tenía, pidió la renovación de Burdisso, y pese a que no había rendido, lo consiguió. Después dijo que quería a Lucas Menossi, y a dos días del comienzo transcendió su interés por Domingo Blanco. Seamos sinceros, son pedidos difíciles de satisfacer: el sábado Menossi ingresó en el segundo tiempo, en el debut de un San Lorenzo muy reforzado, y Blanco fue titular ayer nomás en Independiente ante Lanús. ¿De qué manera piensa Zubeldía debería proceder el club para conseguir esos pases, en un momento como el que el país está atravesando, con una merma de recaudación por cuota social menor al 70%, jugando sin público, sin vender entradas y con riesgo de perder aún más ingresos?¿Gastando reservas? ¿Pidiendo créditos?
   El empecinamiento ante lo inviable de su pretensión y el enojo con que se mantuvo al frente del equipo, terminó poniendo a Zubeldía en una situación incómoda. Un poco a los saltos y con algo de suerte, el plantel al que le faltaban tres refuerzos llegó a la final de la Copa, y en las causas de la clara derrota sufrida, junto a la ya señalada inexperiencia del plantel, están también los cuestionamientos a sus decisiones técnicas y tácticas. No hay que ser demasiado despierto para comprender que en las actuales circunstancias es imprescindible ser austeros, al menos hasta que se recobren los ingresos que se han perdido debido a la pandemia. Además, Nicolás Russo transita el último tramo de su segunda presidencia consecutiva, y después de seis años inolvidables, con tres títulos obtenidos y habiendo jugado una final de Copa Libertadores y otra de Sudamericana, se apresta a traspasar el mando a sus sucesores en el marco de la continuidad de la unidad. La seriedad del momento exige cautela y compromiso para sostener al club en la mejor situación posible.
     Lanús debutó venciendo con justicia a Independiente en Avellaneda, siendo superior de principio a fin, pudiendo haber alcanzado un resultado más abultado que el exiguo 0-1 final. Hay mucho por corregir, pero es sabido, mejor se trabaja cuando los resultados acompañan. Los integrantes de este joven plantel tienen por delante el desafío de consolidar su crecimiento, tanto en lo individual como en lo colectivo. La mayoría de ellos no han llegado a su techo. Para Lanús, nunca puede haber técnico mejor que Luis Zubeldía. Hagamos el intento de seguir adelante con una sonrisa, tirando todos para el mismo lado. Los hinchas y los socios, que  también solemos ser soberbios e injustos, no debemos olvidar lo chicos que fuimos y lo alto que hemos llegado. Cuando todo vuelva a la normalidad tal vez sea momento de trazar planes más ambiciosos.