sábado, 20 de febrero de 2021

El noticuento del guitarrista viajero

El Negrito, como cariñosamente lo.llamaban, vino del cielo directamente al Chaco. Su mami Micaela, pianista e india toba, y su papi Jorge, guitarrista y uruguayo descendiente de africanos, le dieron la vocación musical. Era un zambo precioso y desde chico formaba parte de la orquesta familiar de folklore. Hacía malabarismos, bailaba malambos y cuantas cabriolas se le ocurrían. ¡Un espectáculo! Después fueron a Buenos Aires; más tarde a Santos en el Brasil. Como quedó solito, se ganaba el.pesito abriendo las puertas de los coches que se acercaban al local bailable Miramar.
   Pero su sueño era ser guitarrista. Empezó con un cavaquinho, una especie de guitarrita de cuatro cuerdas (la guitarra tiene 6 cuerdas). Todavia era adolescente y volvió a Buenos Aires y tocó en orquestas de tango. Su espíritu inquieto lo.llevó a España y luego a Francia.
Tenia un oído maravilloso y un swing inigualable. A tal punto que lo contrató una grande del show interacional: Josephine Baker, más conocida como.«la Venus de Ébano», incomparable, única, grandiosa como artista y como persona. Adoptaba chicos huérfanos y los criaba. ¡Una embajadora y benefactora de la humanidad!. El Negrito, para entonces Monseniur Oscar, llegó a dirigir la orquesta (ver foto) y como siempre tocaba ya la guitarra eléctrica. Realizaron giras históricas por todo el continente con muchisimo éxito.
Pero cuando comenzó la guerra, tuvo que  volver a su querida patria. Y fue un hito en la radiofonia (aún no habia televisión), los teatros, las giras y peliculas de cine. Se casó con Carmen y tuvieron a Selva y a India. Vivió.muchos años en Lanús, al ladito de la cancha granate
Su.nombre, asi con.mayúsculas: OSCAR ALEMÁN.  Y demostró que cuando uno se lo.propone, aunque sea humilde, se puede triunfar en.la vida.terrenal. Fue al.cielo y con seguridad la voluntad divina le permite vivir la vida eterna.
                                                      
                                                                                                      Leonardo Saphir