sábado, 9 de abril de 2022

De “combatiendo al capital” a la liberalización: Perón, la inflación y los golpes de estado


por Aurelio Nicolella*

En su libro El Ejército y la Política en la República Argentina, Robert Potash, el historiador estadounidense especializado en estudiar el papel de los militares en la historia de Latinoamérica, ha dado a entender que Perón había “peronizado” a la Argentina, a excepción de sus fuerzas armadas que precisamente era la institución de donde surgió a la vida pública del país. Esto le jugó en contra ya que no tenía poder para decidir libremente sobre los nichos existentes de la economía del país que, como veremos, en parte su caída fue producto de ello.

   Perón en 1954,aquejado por el incremento de la inflación, consiguió bajarla al 4% anual. Ésta venía en aumento constante en Argentina desde hacía décadas. La solución fue reducir el déficit fiscal y no emitir dinero. La política peronista fue de reducir y combatir el gasto público, apertura a empresas extranjeras como la California Petroleum y todas aquellas dedicadas a la explotación de recursos naturales: Ya no se combatía al capital sino que se buscaba seducirlo.

  Aunque se redujeron gastos en la educación, la salud y se paralizó la obra pública hasta casi hacerla nula lo que más generó malestar fueron los recortes en las Fuerzas Armadas. Esto derivó en un disgusto en la cúpula militar que lo acompañaba, aunque no compartía las ideas del líder justicialista: le había hecho planteos a Perón cuando su consorte lo iba secundar en la vicepresidencia, produciéndose el famoso renunciamiento del 31 de agosto de

1951 y después el golpe fallido del 28 septiembre 1951 en donde fue sofocado por el gobierno y fueran detenidos muchos de sus cabecillas entre ellos el General Benjamín Menéndez y el capitán de caballería Alejandro Agustín Lanusse, futuro presidente de facto que tuviera que lidiar dos décadas después con el regreso de Perón de su exilio. Desde ese fallido golpe de 1951 existió un pacto de convivencia tácito entre el gobierno peronista y la cúpula militar. Estos últimos se manejaban con autonomía del gobierno central sin injerir en lo que el gobierno a nivel político y social realizaba.

  Pero todo terminó cuando se  vieron afectados por la decisión política económica tomada por Perón a principios de 1954.Cabe recordar que el plan Marshall en Europa comenzaba a dar sus frutos y por lo tanto las exportaciones al viejo continente por parte de Argentina comenzaron  a disminuir y con ello las divisas del erario público.

 La reducción en las Fuerzas Armadas se realizaba en basea las alianzas con Brasil y Chile, por lo cual no había ya ninguna hipótesis de conflicto que prevaleciera.Se quería retomar el viejo pacto ABC: Argentina, Brasil y Chile, y a futuro el sueño de Perón era la creación de una especie de Estados Unidos en el hemisferio austral.

La política económica y el descontento de las Fuerzas Armadas Argentinas por reducción de sus ingresos y el control de los gastos fueron el caldo de cultivo para que empezara una nueva espiral de violencia. Desde el sector militar contra el gobierno, comenzaron las alianzas a tal fin, culminando con el bombardeo en junio de 1955 a la ciudad de Buenos Aires y en septiembre con el tercer golpe de estado de la historia argentina.

  Evidentemente queda comprobado que la decisión tomada llevó a que la elite burguesa, que era contraría a Perón, se aliara con las Fuerzas Armadas. A partir de allí el rol de la milicia fue comenzar a considerarse una especie de partido político, el “Partido Militar”, el cual se llegó a considerar como la reserva moral de la nación.La aspiración de un militar era no llegar al grado más alto de su fuerza sino al de la primera magistratura del país.

Hoy muchos argentinos envidiaríamos ese 4% de inflación, pero el costo también determinó muchas muertes. Todo lo que tenga que ver con un país desde lo social a lo económico debe ser tomado en conciencia por todos los actores de dicha sociedad.

   (*) Abogado y militante radical