lunes, 5 de septiembre de 2022

Memorias granates: 2001 Crisis y Promoción


 
por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

El milenio se terminaba y el descontento crecía entre los diferentes sectores de la dirigencia debido a los muchos problemas económicos. Los refuerzos que llegaban no estaban a la altura de las exigencias de un público que, envalentonado con la conquista de la Copa Conmebol 1996, veía que la obtención del primer título de campeón a nivel nacional estaba cerca, pero se escapaba una y otra vez. La campaña del Apertura 98 no fue mala, 8 ganados, 6 empatados y 4 perdidos, Lanús clasificó en 4º lugar a 15 unidades de Boca, el campeón invicto. A partir de entonces se produce un notorio declive que se va expresando en las posiciones, ya que Lanús termina todos los torneos clasificando de mitad de tabla para abajo. Para el Apertura 99 llegó Mario Zanabria, quien debió padecer la partida de otra camada de valores cotizados: Hugo Morales se fue al Tenerife por más de 3.000.000 de dólares, Juan José Serrizuela al Mallorca, que a esa altura era una verdadera sucursal de Lanús, que pagó por su transferencia 4.000.000 de dólares, y otros 2.500.000 más de la misma moneda ingresaron por Gonzalo Belloso por su pase al Racing de Strasburgo.

Para reemplazarlos, Zanabria apostó a refuerzos de relieve internacional: Arley Bentacourt, enganche de la Selección Colombiana que venía de purgar un año de suspensión por agredir a un árbitro; el peruano Jorge Soto, lateral derecho de la Selección de su país; Denis Caniza, defensor central de Olimpia de Paraguay y su compatriota Paulo Da Silva, lateral izquierdo

juvenil proveniente de Cerro Porteño, ambos también internacionales. El mejor de los que arribaron fue el goleador llegado de Instituto de Córdoba, Diego Klimowicz. La irregular actuación en el torneo y la derrota en Arias y Guidi ante Ferro por 2 a 0, determinaron en la fecha 14ª la partida de Zanabria, quien fue reemplazado por Miguel Ángel Russo. Flojas campañas durante los dos torneos del año 2000, siempre con Klimowicz como llanero solitario primero, y luego acompañado por Rubén Capria y el Chupa López, que había vuelto al club después de sus pasos por el Genoa y San Lorenzo. En medio de la grave crisis política, institucional y económica que aquejaba al país, Lanús empezaba a sufrir con el promedio del descenso mientras se evaluaba la posibilidad de recurrir a la convocatoria de acreedores. Mucho se discutió esa alternativa, y aunque eran varios los dirigentes de relevancia que se inclinaban por ese recurso, fueron mayoría quienes votaron por evitarlo, entre ellos Carlos González, quien debido a la crisis debió hacerse cargo de la presidencia por tercera vez, acompañado en la vicepresidencia por Nicolás Russo. Después de un paso fallido del Bambino Veira, quien definió el mal andar de su equipo como una “racha diabólica”, durante el segundo semestre tuvo su oportunidad Carlos Aimar, un entrenador completamente alejado del paladar del hincha granate y de la historia futbolística de la institución, que como no podía ser de otra manera, tampoco le encontró la vuelta.

En abril del 2001 el fútbol estalló. El dirigente de Futbolistas Argentinos Agremiados, Sergio Marchi, en evidente acuerdo con Grondona, explicó que si los clubes no se ponían al día con los jugadores, el campeonato no podía arrancar. Don Julio exigió la información de la deuda a cada entidad, y en forma de crédito a pagar en 10 meses, la AFA se hizo cargo de abonar lo que cada club adeudaba. Vélez fue el que más debía, al igual que el resto de las entidades formadoras, como los clubes rosarinos, Argentinos y Lanús, que afrontaban sus altos presupuestos con las ventas millonarias que de golpe se dejaron de concretar. Ante la emergencia, la AFA volvía a socorrer a los clubes de fútbol y no sería la última vez.

Para el Apertura 2001 Lanús debutó en Rosario ante Central con una derrota previsible por 2 a 1, pero desde la segunda fecha en adelante tuvo una muy buena cosecha, con cuatro victorias al hilo, dos de local ante Talleres y Unión, y dos de visitante ante Huracán y Estudiantes, parecía que todo se encaminaba. Tras empatar en casa ante Nueva Chicago, Lanús visitó a Boca y perdió categóricamente por 6 a 1. Se recuperó a la fecha siguiente venciendo de local a Banfield y empatando luego en Liniers. La abultada derrota ante Independiente por 4 a 1 en La Fortaleza dio inicio a una mala racha que lo fue hundiendo en el fondo de la tabla de los promedios. Después de cuatro derrotas al hilo, en la fecha de cierre venció a Argentinos de local, y redondeó un Torneo con 7 victorias, 6 empates y 8 derrotas, escasos 25 puntos que sumados a las campañas anteriores lo obligaban a mejorar mucho en el Clausura 2002 para zafar de la Promoción. En torno al club, las opiniones se dividían, como siempre, entre los optimistas que imaginaban una recuperación a tono con la historia reciente, y los pesimistas de siempre, que lamentablemente esta vez tuvieron razón. Hasta la destitución de Aimar, luego de caer en casa ante Gimnasia y Esgrima La Plata por 2 a 1 por la fecha 15, Lanús había ganado apenas 3 partidos, con 7 empates y 5 derrotas. Como un bombero loco, se produjo la llegada del Profe Daniel Córdoba, con su estilo teatral y extrovertido, motivando al plantel y al público granate, sólo pidió fe y aliento por sobre todas las cosas y con su verborragia alocada sacudió el mundo Lanús. Debutó con un empate en San Martín ante Chacarita, y luego venció en fila a River -que finalmente se consagró campeón- por 1 a 0, a Racing por 2 a 0, ambos de local, y en la última derrotó al ya descendido Argentinos en La Paternal por igual marcador. No alcanzó. Banfield, Chicago y Belgrano sumaron lo necesario como para escapar de la temible instancia y lo condenaron a Lanús.

La racha favorable del final no debía confundir a nadie, el equipo no tenía muchas más virtudes que su historia, su hinchada y el prestigio que había ganado en los años más recientes. Y para colmo, el rival era de los más difíciles: Huracán de Tres Arroyos, un equipo chacarero conformado por futbolistas de la ciudad que tras dos años de ascenso permanente y grandes victorias habían alcanzado la chance de acceder a la categoría de privilegio, un sueño increíble para un club de su humildad, que estaba en condiciones de superar a un mediocre equipo de Lanús que llegaba a la definitoria instancia con todo para perder, en crisis dirigencial y muy presionado por su público.

Imagen: Lanús de Mario Zanabria en el Apertura 99: Lucas Alesandria, Sebastián Clotet, Carlos Roldán, Rodrigo Burela, Diego Klimowicz y Mariano Fernández; Jorge Soto, Martín Vilallonga, Daniel Cravero, Juan Fernández Di Alessio y Arley Betancourt.