lunes, 24 de noviembre de 2014

Al compás de Gardel

por Marcelo Calvente


A pesar de las dos derrotas consecutivas, ambas por goleada, parece que a dos fechas del final el equipo de Guillermo Barros Schelotto va a ser protagonista determinante, una vez más, de un final de campeonato para sacar balcones. En un fútbol parejo como no hay otro, y como tal cambiante, Lanús protagonizó cuatro de los últimos cinco campeonatos, solamente en el semestre pasado terminó por debajo del cuarto puesto. Y el actual lo viene peleando desde la 5ª fecha. Durante 10 jornadas persiguió al gallardo puntero con fiereza, ganando casi todo lo que jugó. Y cuando River empezó a dar muestras de no llegar entero a la meta, cuando tenía que pasar al frente para la recta final, el Granate trastabilló en Victoria y rodó en Avellaneda. Varios rompieron los boletos. Rodeado por los más fieles, los que siempre alientan, logró ponerse de pie y vencer a Gimnasia sin problemas. Mientras tanto los de arriba siguen tropezando. El que sí metió buen sprint final es la Academia, con cinco victorias consecutivas aunque sin mucha elegancia, logró asomar la cabeza del pelotón. Las dos fechas finales prometen emociones. Racing tratando de dar las últimas zancadas, experimentando por primera vez el aliento en la nuca de Lanús, de nuevo en rol de perseguidor, el papel que mejor le sienta. River aún está ahí, pero corre a ciegas. Por una cabeza, cantaba Gardel que, según dicen, era hincha de Racing. No lo va a ganar el mejor, nadie lo es claramente. Lo va a ganar el que tenga más temple y más fortuna.
   A esta altura no hay dudas de que Guillermo no pudo sostener el nivel que, con él a cargo, Lanús supo tener hace apenas un año atrás. No acertó con los refuerzos, y al menos hasta hoy, no pudo resolver el principal problema táctico de su equipo: la ubicación demasiado retrasada de sus centrales, lo que desbarajusta al resto de las líneas. A los laterales los obliga
a retroceder con ellos. Los tres volantes quedan tan lejos del fondo como de los de arriba. Ocho jugadores granates corren de un lado al otro para tratar de acortar el desierto que los centrales provocan con su apego al terruño de Marchesín, al que los rivales, que reciben los demasiados rebotes fallidos que cede la dupla, convierten en figura en cada jornada. Araujo, Velázquez, Ayala, Ortiz, Somoza y el Pulpito son las principales víctimas de este desajuste, y sus rendimientos han decrecido respecto del 2013. Romero y Acosta, las dos grandes figuras, no tuvieron la compañía adecuada en el Pelado Silva, que pese a su enorme voluntad, no ha vuelto a ser aquel que un día llegó y se convirtió en figura del Campeón de la pasada edición de la Sudamericana. Guillermo no apeló casi nunca al cuarto volante, pese a que Melano, Junior Benítez, Astina y Valdez Chamorro desaprovecharon las pocas chances que tuvieron.
   Vale la pena observar lo de los dos delanteros. Los granates conocemos de sobra las virtudes del Laucha Acosta. Su maradoniano espíritu competitivo, su valentía para exponerse a los golpes, su electrizante velocidad. Pese a todas esas virtudes, la seguidilla de lesiones amenazaba a su carrera. Con acierto se decidió a someterse a una operación, siempre una especie de lotería cuando se trata de las piernas de un futbolista profesional de alto rendimiento. La medicina respondió mejor de lo esperado. Si Acosta estuvo ausente en el semestre, fue por suspensión. Las lesiones pertenecen al pasado. Su salto cualitativo fue enorme. El mal momento del equipo y algunos desbordes emocionales atentaron contra su rendimiento, no obstante, demostró estar a la altura de los mejores delanteros del mundo. Si aprovecha el momento, tiene muchas posibilidades de volver a firmar un muy buen contrato. Pero si se da por hecho en lo económico y se apega a la gloria, tiene tiempo como para festejar un par de títulos más con Lanús, por ejemplo el que está en juego, y sentarse en el trono de la idolatría granate, ese sitial que alguna vez, en tiempos de la modestia, fue propiedad de Juan Héctor Guidi.
  Lo de Romero también es cosa seria. Por un lado, su marca de goleador cotiza por si sola. Pero lo que sorprende es la calidad de su juego de gestación en los últimos metros, un poco más lejos del arco,  una virtud que no tenía ayer nomás, al partir hacia Europa. Vale la pena observar sus combinaciones con Acosta, su timming para dar el pase justo se advierte en varios de los goles convertidos por Lanús. Gracias a su vuelta a tiempo, Romero también se ha convertido definitivamente en un delantero de primer mundo. Con un sistema más práctico y eficiente detrás, Lanús debería haber sacado más provecho de esta nueva y poderosa dupla. 
   Con las dos derrotas al hilo en Victoria y Avellaneda, el Grana perdió la chance de ser puntero a tres del final, todo parecía perdido. Pero como River y el Rojo volvieron a tropezar ayer, la victoria ante Gimnasia devuelve a Lanús a la pelea, una vez más como perseguidor, ahora de Racing, que se quedó con la mochila de la obligación de ganar que le sacó a River, que sólo piensa en Boca y en la Copa, con el corazón herido y el músculo fruncido. Y el mismo Independiente que con una gran actuación había vencido a Lanús, cayó sin pena ni gloria ante los suplentes de Boca como había caído antes con el limitadísimo Gimnasia, jugando a nada y sin hacerse mucho drama, dejó el sueño de campeón en la Bombonera.

  Mano a mano hemos quedado, cantaba el Morocho del Abasto. El fútbol argentino irá poniendo el foco en la persecución final de Lanús a la Academia, que tendrá su primer capítulo el próximo fin de semana, cuando el Grana reciba a Boca, y Racing visite a Central. Ambos auriazules tienen antes un compromiso determinante: Boca visita a River a todo o nada, y Rosario Central, casi de la galera, se encontró con  la chance de ganar la Copa Argentina ante el raro Huracán, cuyo ascenso está en duda después de su caía ante Unión por el Torneo del Nacional “B”, que como nunca ocurrió, otorga diez plazas en Primera. Primero será el tiempo de esas dos finales. Habrá que moverse con sigilo. Pasado el superclásico y sus ecos, recién al llegar el fin de semana próximo, se habrá acabado el tiempo de las suspicacias y las habladurías. Será nomás la hora de la verdad para los que sueñan con ganar el campeonato, y nadie la tiene fácil, hará falta tener mucha suerte. La hora de que Gardel entone Esta noche me emborracho, y todo Lanús le haga caso.