viernes, 13 de junio de 2025

Los socios de Lanús garantizan la deuda con Sasetru*

En 1978 Yoliván Biglieri alcanzaba la presidencia del club Lanús. Néstor Díaz Pérez (foto) se encargó de negociar la deuda con el Banco Quilmes y con el Banco Internacional de la firma Sasetru. En el primero de los casos, consiguió la lista de clientes de la sucursal Lanús del Banco Quilmes y fue visitando uno por uno a los que eran socios o simpatizantes del club para pedirles que le exigieran a la entidad bancaria que arregle la deuda con la institución Granate. Fue tan intenso el reclamo, que lo llamó el presidente del Banco Quilmes, don Pedro Fiorito en persona, quien luego de escucharlo ordenó una renegociación con condiciones especiales para con el club Lanús. 

El mayor acreedor era el Banco Internacional, integrante del Grupo Sasetru, firma de la que el ex presidente Leiras era directivo, y a la que había recurrido permanentemente durante su controvertido mandato. El acuerdo parecía muy difícil: el contador que estaba a cargo de la negociación por parte de la entidad bancaria solía decirle a Díaz Pérez: “Ustedes no van a poder con nosotros, somos una gran empresa. Ustedes son un club chico y si no pagan lo que nos deben, tarde o temprano los vamos a hacer a desaparecer”. La firma acreedora estaba interesada en quedarse con la sede social de la avenida 9 de Julio y presionaba para obtenerla a cambio de la deuda. Por esos tiempos, en todas las despensas de Lanús se lucía un afiche con la leyenda: “Sra. ama de casa, si usted quiere al club Lanús, no compre

estos productos de Sasetru”, con la foto y el nombre de cada uno de esos artículos, campaña ideada y puesta en práctica por Díaz Pérez. 

Por suerte, el destino puso a salvo ese edificio fundamental de la historia de la entidad. Por esas vueltas que tiene la vida, aquel mismo contador que poco antes auguraba la entrega de la sede, ofreció una opción: Documentar el total de la deuda en 60 pagos, que debían contar con el aval de 20 propietarios. En el club se realizó una histórica asamblea en la que los dirigentes explicaron la nueva situación y solicitaron a quienes confiaban en el esfuerzo que estaban llevando a cabo para salvar a la entidad que acompañen la iniciativa presentando el aval de sus propiedades, para luego concurrir con sus respectivas esposas a firmar la cesión de los bienes enajenados a la deuda, que serían embargados en caso de que los documentos no fueran cancelados en tiempo y forma. Estamos hablando de un hecho histórico, que muchas veces fue comentado livianamente, sin tener en cuenta la solemnidad del momento. Luego de la ponencia de uno de los dirigentes, se hizo un profundo silencio. El club estaba a punto de decidir su futuro y necesitaba de sus socios. Según recordaba Néstor Díaz Pérez, “de a uno, pero con gran decisión, fueron levantando sus manos Juan Carlos Decuzzi, Roberto López, Daniel Seta, Roberto Rotili, Alfredo Del Pino, Daniel Ganza, y un señor de apellido García, de la firma Castromán”, todos verdaderos próceres de la entidad que pusieron sus propiedades en garantía. Ellos y sus respectivas esposas firmaron la renegociación con Sasetru.

A mediados de 1979, cuando los propietarios de Sasetru advirtieron que estaban en la mira de la dictadura y que era inminente la liquidación del conglomerado de empresas a manos del ministro de Economía, José Martínez de Hoz, y del vicepresidente del Banco Central, Alejandro Reynal, aquel mismo contador que alguna vez había pronosticado que inevitablemente la entidad Granate pasaría a manos de Sasetru, llamó a Díaz Pérez con una propuesta asombrosa y desesperada: ofreció la entrega de la totalidad de los documentos que se adeudaban, que estaban en su poder, a cambio de una suma equivalente a cuatro de ellos. Los dirigentes de Lanús, que no estaban al tanto de la persecución que la firma acreedora estaba sufriendo por parte del gobierno militar, juntaron ese dinero en pocos días. Finalmente, Néstor Díaz Pérez y el contador se encontraron en un bar para sellar el acuerdo que le permitió darle una gran noticia al grupo de socios que habían garantizado la renegociación: con la recuperación y destrucción de los documentos, la deuda con Sasetru estaba saldada y las propiedades de los socios que valientemente habían respaldado el acuerdo estaban liberadas y definitivamente a salvo.

Marcelo Calvente

  (*) Es una nota del libro fallido que nunca publiqué. Lo hago ahora que se están moviendo para declararlo ciudadano ilustre, muy merecido.