miércoles, 7 de abril de 2021

¿Peronistas? ¿Topos comunistas? ¿Agentes de la KGB? ¿Aliados carapintadas? ¿Qué somos?


por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

(Quinta nota)

En una parte de mi nota anterior, la cuarta de esta serie de entregas tituladas siempre de la misma manera, refiriéndome al momento de la renuncia del doctor Héctor Cámpora a la presidencia de la Nación en el año 1973, escribí: “Para mi paz interior y no dejarme llevar por tanto palabrerío lanzado a los cuatro vientos sin pruebas clarísimas que demuestren la verdad en forma transparente, preferí creer en los dichos de los principales actores de aquel tiempo que me permito copiar textualmente”. A renglón seguido, en la nota citada, transcribí la declaración  de Cámpora relativa a su renuncia. Hoy, para mejor informar copio un fragmento del discurso del general Perón,  emitido a todo el país a partir de las 22 horas del día 12 de julio de 1973. Respecto  la decisión de C.ampora, Perón afirmó: “El señor presidente de la Nación Dr. Héctor Cámpora  ha dado el ejemplo más preclaro y más honroso que un ciudadano puede dar a su país, desde que si los cargos ensalzan al ciudadano, éstos también con su grandeza ennoblecen los cargos». Clarísimo.

    ¿Fueron sinceros  Perón y Cámpora? Habrán sido todo lo sinceros  que necesitaron y desearon ser en un tiempo de profundos conflictos, de disputas internas en el peronismo y de necesidad de satisfacer diferentes intereses en pugna dentro de una sociedad convulsionada.

   Luego de la caída de Cámpòra asumió transitoriamente la presidencia de la Nación Raúl

Lastiri, quien en aquellos días presidía la Cámara de Diputados. ¿Por qué Lastiri, y no el presidente provisional del Senado, Alejandro Díaz Bialet, a quien por la ley de acefalía le correspondía asumir la presidencia de la Nación luego de las renuncias en simultáneo de Cámpora y del vicepresidente Vicente Solano Lima? Estos hechos ocurrieron en una época brumosa en la cual era difícil distinguir lo verdadero de lo falso, donde las lealtades y traiciones  se cocinaban en la misma olla y los enfrentamientos entre fracciones eran feroces. Pero algunas maniobras fueron demasiado evidentes. Indudablemente, Díaz Bialet,  fue víctima de un apriete mayúsculo para sacarlo del medio. A este Senador, pedido de licencia mediante, lo  enviaron a una misión diplomática para asistir al Encuentro de Países no Alineados en Argel quedando así el camino libre para la asunción de Raúl Lastiri, quien era yerno de José López Rega. El peronismo era un hervidero. En la provincia de Buenos Aires, el 11 de marzo de 1973, al triunfo de Cámpora se sumó la victoria del justicialismo bonaerense  representado por la fórmula Oscar Bidegain- Victorio Calabró.  Bidegain fue un médico muy vinculado a la Tendencia Revolucionaria Peronista, es decir a la corriente del peronismo agrupada en torno de las organizaciones guerrilleras Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas Peronistas y a la Juventud Peronista. Calabró perteneció a la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) Y dentro de esa poderosa organización sindical fue una figura destacada del aparato vandorista cuyos referentes principales, luego de la muerte de Augusto Timoteo Vandor, fueron Lorenzo Miguel Y José Ignacio Rucci. Había que estar demasiado desinformado como para no darse cuenta que en algún momento el enfrentamiento entre Bidegain y Calabró sería inevitable. La Tendencia estaba dispuesta a dar batalla en todos los frentes y esta disposición, desde luego, incluía al campo sindical. Así,  la disputa en los gremios entre quienes adherían por un lado a la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y por otro lado a la Juventud Sindical (JS) fue una contienda dura que incluyó muchos episodios violentos. En un clima  nada amigable entre las distintas fracciones peronistas se llegó a las elecciones del  23 de septiembre de 1973, fecha en que la fórmula Juan Domingo Perón – María Estela Martínez Cartas (Isabel) se impuso por el 62 por ciento de los votos. Perón asumió la presidencia de la Nación el 12 de octubre de aquel año. Pero el humor del General – creo- no habrá sido el mejor.  No era para menos. Dos días después de haber ganado las elecciones por amplio margen, el 25 de septiembre fue asesinado el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci. Se publicó y se dijo que el disgusto del flamante presidente fue enorme. El asesinato de Rucci, significó la caída de una pieza fundamental en el tablero de la política sobre el cual Perón tenía armada su estrategia.  Perón necesitaba a Rucci.  Necesitaba a la CGT. Matar  a su secretario general significó entorpecer seriamente los planes del Conductor del Movimiento Peronista. Tirar contra Rucci fue tirar contra Perón. Vaya a saber uno quienes fueron los autores de aquel atentado. Cada quien podrá contarla como le guste. Pero pruebas contundentes nunca fueron exhibidas. Y respecto al afecto personal que sentía Perón  por José Ignacio Rucci tampoco se sabe a ciencia cierta si eso fue real o no. Los intereses que se juegan en política, muchas veces, se anteponen a determinados sentimientos personales y es difícil advertir cuando estos son sinceros o fingidos. Luego de la caída de Cámpora, ya siendo Perón presidente, debido a  hechos que enojaron mucho al General como el copamiento del Regimiento 10 de Caballería Blindada y del Grupo de Artillería Blindada de Azul, ciudad donde nació Bidegain, este gobernador tuvo que renunciar cesando en sus funciones el 26 de enero de 1974.  Dicho copamiento, según las noticias de entonces, fue realizado por el denominado Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)

  Calabró asumió la gobernación de la provincia y el platillo de la balanza se inclinó hacia la derecha. Atenor Gauna, que gobernaba Formosa, ya había sido defenestrado en noviembre de 1973 y después de Bidegain cayeron en desgracia otros cuatro gobernadores. Leamos esta interesante crónica publicada en la revista Escuela de Historia, Vol. 8, Nº 2 , año 2009 cuya autora es Alicia María Servetto (1):

   “Entre 1973 y 1974 el gobierno central dispuso la intervención a cinco provincias argentinas. Apelando al artículo 6° de la Constitución Nacional, y argumentando la necesidad de garantizar las formas republicanas de gobierno, las intervenciones federales del tercer gobierno peronista fueron uno de los instrumentos legales utilizados para dirimir la contienda intraperonista y liquidar, de esta forma, bastiones de poder del peronismo revolucionario. En la mayor parte de los casos, el inicio de los conflictos estuvo asociado a las pujas internas del partido gobernante, el peronismo, y a la distribución de los cargos entre los diferentes sectores que conformaban el oficialismo. Esta situación tendió a agravarse después de la elección de Perón como Presidente de la República, hecho que marcó el comienzo de una ola ofensiva tendiente a desplazar a los sectores ligados o apoyados por la izquierda peronista a fin de reemplazarlos por los grupos más ortodoxos y verticalistas: Antenor Gauna en Formosa (noviembre de 1973); Ricardo Obregón Cano en Córdoba (febrero de 1974); Alberto Martínez Baca en Mendoza (agosto de 1974); Jorge Cepernic en Santa Cruz (octubre de 1974) y Miguel Ragone en Salta (noviembre de 1974). En las cinco provincias intervenidas, los gobernadores fueron impugnados, acusados de permitir infiltrados en su gobierno. La acusación provenía de las mismas filas del partido gobernante. Primó, por cierto, la lucha entre los sectores peronistas por el control de los espacios de poder, entendiéndose por esto, la lucha por el control del Estado, entre la izquierda revolucionaria y la derecha política sindical”

   En nuestra región, Lanús y alrededores, el peronismo tradicional logró conquistar algunos espacios importantes. Herminio Iglesias ganó en Avellaneda, Manuel Quindimil en Lanús y Francisco Larraza en La Matanza. En Lomas de Zamora la cuestión fue diferente. Pedro Pablo Turner, el Negrito, compañero obrero gráfico, militante de la CGT de los Argentinos, con fuerte anclaje en la zona de Ingeniero Budge había adquirido un enorme prestigio en las bases peronistas y era el candidato natural  a la intendencia. Pero  “Una maniobra de los sectores más reaccionarios del partido, que no aceptaban la enorme popularidad que tenía Turner, hicieron que lleguen modificadas las listas a la Justicia Electoral en La Plata, quedando un desconocido y oscuro dirigente llamado Ricardo Ortiz como candidato a Intendente, y  Turner como primer candidato a Concejal. El segundo candidato a concejal, fue Eduardo Duhalde.

   Luego de la victoria del Frejuli, apenas dos  meses después del comicio, Ortiz se aleja de su cargo por acusaciones de corrupción y asume Turner como intendente, el día 26 de julio de 1973, con tan sólo 32 años de edad” (Nac&Pop, 15/5/2020, Red Nacional y Popular de Noticias)

   Fue toda una ilusión. Con Victorio Calabró como gobernador de la provincia de Buenos Aires, con los sectores reaccionarios y sus aliados lomenses en alza, el final de Turner era cantado. A mediados de 1974 fue destituido y Eduardo Duhalde asumió como intendente. Coherente el hombre. Duhalde, 28 años después, tras la huida de Fernando De La Rúa, jugaría y ganaría con las mismas cartas marcadas: detentaría un cargo ejecutivo sin ganar la elección. Pedro Pablo Turner, el Negrito, compañero peronista del gremio gráfico, fue secuestrado y asesinado en 1976. Queda mucha tela por cortar. De cada episodio ocurrido entre 1973 y 1976, de cada uno de los personajes mencionados en estas notas es posible  extraer elementos como para llenar muchas páginas. Alguna vez trataremos de hacerlo. Hoy, como importante corriente interna del peronismo existe La Cámpora. Bien por el nombre. Bien por homenajear con esa denominación a un peronista leal de verdad. Pero  que quede claro. Sin ánimo de causar a alguien escozor epidérmico me permito decir que comparar a esta corriente interna del peronismo, versión 2021, con alguna organización actuante en los años setenta, es como mínimo, un disparate enorme. Así que, bienvenidos los camporistas a nuestro distrito como son bienvenidas todas las expresiones dispuestas a ganarle al macrismo.  Salute.

     (*) De Iniciativa Socialista

(1)      Alicia Servetto es doctora en Historia y magíster en Partidos Políticos por la Universidad Nacional de Córdoba. Es investigadora del Centro de Estudios Avanzados (CEA), docente de la maestría en partidos políticos y profesora de Historia Argentina Contemporánea de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UNC.