. La gran ciudad era impresionante por los grandes edificios, la cantidad de gente que caminaba presurosa y el ruido de los coches que aturdía. Pidió que llamaran por teléfono porque ¡no sabía cómo se hablaba! La vinieron a buscar como acordaron y luego la trasladaron a un lugar en las afueras de la ciudad mucho más tranquilo, Lanús según se anotició. Llegó a la casa de don Ernesto, su señora Luisa y sus dos hijos, Sebastián y Pedro. El primero recién se había casado y se había mudado hacía poco. El segundo, bastante vaguito, era sobreprotegido por su mamá, una señora que se creía una dama de la alta alcurnia. ¡Bah, como se diría, un “piojo resucitado”!
El libro, cuya portada se muestra al principio, cuenta una historia amena y entretenida, pero triste, que no la revelará el Abu Leo. Solo adelanta que muestra el amor de una chica, las miserias de algunos seres humanos y un relato de aquellos días que cambió la historia del país.
La misma escritora, Nilda Toledo Guma, de quién el Abu Leo contó con anterioridad en sus notinovelas, lo resume en la introducción de su libro: “Esta historia está inspirada en un hecho dramático real, ocurrido en Lanús, lado Este, en 1944. Yo tenía once años y como toda criatura prestaba atención a mi padre, Oscar Toledo Daza, que por aquel entonces trabajaba en el Juzgado de Paz como oficial de justicia. Él le contaba a mi madre del espantoso hecho del cual tendría que presenciar su reconstrucción para la justicia. Pasaron muchos años, pero quedaron en mí las memorias de ese delito, al que di forma literaria para crear esta novela.”
Como complemento, el Abu Leo agrega: “Yo viví en el barrio y atando cabos puedo casi asegurar que fui vecino de ellos, años después del hecho de la casa del horror donde vivía don Ernesto, con el dolor de la tragedia sucedida en su vida y en su casa. En los periódicos de la época, el hecho conmovió a todo el país y fue noticia por largo tiempo. Las lectoras y lectores pueden investigar los pormenores”.
Hoy, a pesar de todo lo ocurrido, Pastora disfruta la vida eterna en compañía de su changuito.
Leonardo Saphir saphirleonardo@gmail.com Carolina Cortina, colaboradora