domingo, 8 de septiembre de 2013

Hacia un mayor avance del kirchnerismo

por Omar Dalponte

nuevospropositos@hotmail.com

Indudablemente la política de alianzas del Frente para la Victoria ha dado buen resultado. Teniendo como fuerza central al peronismo, el FV , con avances y retrocesos, especialmente a partir de los años 2005 y 2006 ha crecido en calidad y cantidad. Hoy, contamos con la participación efectiva de sectores procedentes de la izquierda y del progresismo que antes ni en sueños tenían intención de acercarse e integrarse políticamente a un dispositivo político en el cual el peronismo tuviera un rol preponderante. Lo mismo ocurrió con otras expresiones de la sociedad que venciendo viejos prejuicios se arrimaron a nuestro espacio y lo enriquecieron. Con el correr del tiempo y el afianzamiento del kirchnerismo como variante del peronismo se produjeron nuevas incorporaciones y también, necesario y justo es decirlo, no pocas deserciones que emigraron por el costado de la derecha. Para el avance y la posibilidad de profundización del proyecto nacional esto ha sido favorable aunque en determinados momentos haya producido cimbronazos no menores. En todos los casos, de suma y resta, hubo instantes de alto impacto. En mayo de 2006 Néstor Kirchner llamó a la concertación plural, esto derivó en el triunfo electoral de 2007 y en la primer presidencia de Cristina. En 2008, surgió el conflicto con los empresarios agropecuarios, pasó la traición de Cobos, algunos olieron sangre y se agruparon en torno a Francisco De Narváez creyendo que caería la presidenta y buscando reditos electorales para 2009 . En este año triunfó el kirchnerismo a nivel nacional por escaso margen, perdiendo en la provincia de Buenos Aires también por mínima diferencia. Los que fugaron por derecha no imaginaron la reacción del kirchnerismo y no advirtieron la solidez del gobierno nacional. El fallecimiento de Néstor Kirchner en octubre de 2010 produjo un fenomenal ruido político y quedó demostrado como su presencia había calado muy hondo en el sentimiento de miles de jóvenes argentinos. De la misma manera se pudo ver la importancia que nuestro ex presidente tuvo y tiene en el plano internacional. Después continuó
el acercamiento de sectores de centro izquierda y de izquierda al kirchnerismo y llegó el enorme triunfo de Cristina en las elecciones de 2011 con el cincuenta y cuatro por ciento de los votos. En el desarrollo de la acción de gobierno a favor de los sectores populares, de la recuperación de soberanía nacional, del fortalecimiento de la economía y en procura de mayor justicia social en un país como el nuestro, enmarcado en el sistema capitalista, era de esperar la resistencia de las grandes corporaciones y su reacción frente a las conquistas del kirchnerismo peronista.
Hoy en el año 2013, a pocos días de una elección de medio término para elegir senadores, diputados y concejales, luego de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) realizadas el 11 de agosto en que los resultados no fueron favorables al gobierno nacional, nos hallamos frente a una realidad de muy fácil interpretación. El Frente para la Victoria competirá en todo el territorio nacional y el 27 de octubre, en horas de la noche, sabremos cual ha sido la decisión de la totalidad de los votantes. No es ninguna novedad que la principal atención esté enfocada en la provincia de Buenos Aires donde ha surgido una nueva fuerza: El Frente Renovador, cuyo referente es el actual intendente de Tigre, Sergio Massa, que con nuevas y viejas figuras de la política constituye una herramienta electoral de derecha fuertemente opositora al kirchnerismo.
La decisión de quienes hayan decidido alejarse del Frente para la Victoria e incorporarse al Frente Renovador, nos guste o no, es una realidad política producto de una mezcla de factores que pueden tener sus raíces en diferencias idelógicas, ambiciones personales, oportunismo, complicidad con determinadas corporaciones, sometimiento a los monopolios, deseos de pulverizar al kircherismo peronista, nostalgias de los tiempos neoliberales del menemismo o, acaso, también por interés de instalar un proyecto conservador en beneficio de pocos para perjuicio de muchos. Probablemente, existan otras muchas otras razones que tal vez se nos escapen. También hay que tener en cuenta que alguna bronca personal puede haber incidido para que tengan lugar estos movimientos orogénicos.
Algunos de estos motivos para abandonar un lugar y saltar a otro pueden ser respetables. Otros definitivamente no. Lo cierto es que en octubre los argentinos podremos optar entre respaldar el proyecto de progreso en marcha o decidir a favor de quienes indefectiblemente procurarán retornar a épocas de miseria. Pero en medio de tanto apresto, cálculos y fintas previas a una importante elección como es la próxima, es bueno tener presente algunas cuestiones. En nuestro distrito, mas allá de circunstancias del momento y a pesar de los diferentes encuadramientos políticos, en su mayoría las relaciones entre personas que han compartido un mismo espacio y hoy la vida los ha llevado por distintos senderos, no están afectadas para siempre. Debido a tal importante razón no es aconsejable que por calenturas electorales del presente haya excesos en el lenguaje y en los gestos que impidan un reencuentro futuro. Porque la vida continúa después de las elecciones. Habrá por delante dos años largos de gestión y tiempo de sobra para curar heridas. Esta reflexión vale para todos los niveles pues el pueblo está parado frente a nosotros observando conductas. Pensando el país hacia adelante, quienes integramos el movimiento nacional tenemos algunas asignaturas para rendir. No es lo mejor que puede pasar que el movimiento obrero continúe dividido en cinco fracciones. Tampoco es bueno que el Frente para la Victoria sea un conjunto de fuerzas y de voluntades que entre elección y elección funcionen separadamente bajo diferentes sellos. Respetando la identidad de cada una de las agrupaciones que componen el FpV, sería recomendable una organización frentista con direcciones que contemplen la diversidad, pero que privilegien la unidad en un rumbo de acción contínua. Es probable que la derecha se organice partidariamente alrededor de la novedad política que significa la corriente liderada por Massa. Naturalmente, pasadas las elecciones, en ese espacio también ocurrirán nuevos posicionamientos. Algunos emergerán como nuevos referentes y otros volcarán en la banquina. ¿Maurico Macri y Francisco De Narváez quedarán en llanta?. Por ahora Sergio Massa les ocupó la entrada del callejón y parece dispuesto a no dejarles ni la luz de un farol. Así como la provincia de Buenos Aires es un territorio donde se librará una batalla interesante, las elecciones en la ciudad de Buenos Aires después de la derrota macrista en las PASO no son menos importantes. No todas son dulzuras para el macrismo.
Por nuestra parte, a pesar de las dificultades habidas y por haber, tenemos la posibilidad de dar un salto cuantitativo y cualitativo de mayor envergadura al alcanzado en estos años. Las banderas de unidad, organización, actualidad doctrinaria y la determinación por la lucha ideológica son fundamentales para la etapa que viene a partir de las elecciones de octubre. Es necesario plantear la unidad del movimiento obrero pues los trabajadores, independientemente de las pujas entre dirigentes, necesitan una CGT única como instrumento de la defensa de sus intereses contra la voracidad de las corporaciones. Las diferencias están más en las superestructuras que en las bases obreras. En el caso del kirchnerismo, sin dudas pilar del frente nacional, es imprescindible ampliar las alianzas sin perder de vista los principios rectores del peronismo que hoy, más que siempre, tienen plena vigencia en esta etapa previa hacia modelos y sistemas superiores de vida.