sábado, 16 de marzo de 2013

Retazos históricos


por Omar Dalponte* 

nuevospropositos@hotmail.com

(Cuarta nota)
El 14 de agosto de 1865 se puso en marcha desde Constitución un enorme forjador de progreso que se abriría paso hacia el sur: el ferrocarril. El ferrocarril Sud ( actualmente “General Roca”) comenzó a unir como cuentas de un rosario a los pueblos incipientes y ayudó a su crecimiento a la vera de las estaciones ferroviarias. Las primeras paradas fueron Barracas, Lomas de Zamora, Glew, San Vicente, Domselar, Brandsen ( antes Ferrari) y Jeppener. Luego se alargó su recorrido y se cubrió Altamirano (antes Facio) Gándara y Chascomús. Pasarían tres años y Lanús, un 15 de octubre de 1868, se incorporaría al diagrama de paradas mediante la creación de un apeadero por gestión de Anacarsis Lanús “quien en 1867 cedió las tierras necesarias para su establecimiento” (2). Al Oeste y al Este, a cada lado de las vías, en los primeros tramos desde Constitución hasta lo que hoy es Lanús, se fue formando un paisaje en el cual se observaban grandes galpones, enormes edificios con techo de chapas “a dos aguas”, multitud de chimeneas con sus largas bocanadas de humo gris o color azufre, resplandor de hornallas y de las fraguas alimentadas con carbón de coque o de piedra. El ruido de los telares hacía notar una industria textil en crecimiento y la fuerza creadora del trabajo de mujeres y hombres, en constante actividad productiva, aseguraba el paso de lo rural a lo urbano e industrial y con ello el progreso de una zona que, después, con infinidad de fábricas en funcionamiento sería un territorio proletario por antonomasia en que los trabajadores jugarían, alguna vez, un rol preponderante. Por su parte, los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, inaugurados el 26 de octubre de 1901, postal emblemática en esa barriada, significaron y significan aún una referencia imprescindible para el relato histórico de
la zona. Estos talleres, habitados durante muchos años por una masa obrera protagonista de jornadas memorables, luego fueron desmantelados y abandonados por obra y gracia de políticas orientadas a la destrucción de los ferrocarriles que comenzaron después del derrocamiento de Perón en 1955, se profundizaron con el gobierno de Arturo Frondizi (1958/62) continuaron con sucesivas dictaduras militares y se profundizaron con el gobierno menemista de la década infame de los años noventa. “Ramal que para ramal que cierra” fue el slogan que vomitó Carlos Menem. Hoy afortunadamente, como reviviendo de sus propias cenizas, en cada uno de los viejos galpones, están de pie las naves maravillosas de la Universidad de Lanús con sus aulas repletas de voces juveniles que van enriqueciendo su inteligencia. ¡Hombres de pensamiento y de acción fueron los obreros ferroviarios de Escalada acompañados por sus familias, por sus heroicas mujeres, en la resistencia y la lucha durante las grandes huelgas reprimidas a sangre, fuego y carcel!(*).
Por el trabajo sostenido y siempre fecundo de sus pobladores los lugares crecieron y se modernizaron, a la identidad que venía de lejos se sumaron particularidades propias y en muchísimos casos se pretendió alcanzar el estado de autonomía cuando sus habitantes entendieron que las condiciones necesarias estuvieron dadas. Así ocurrió primero con Avellaneda. Así ocurrió mucho después con Lanús
Por ley de la Provincia de Buenos Aires N° 2830, promulgada por el gobierno respectivo el 11 de enero de 1904, fue creado el partido de Avellaneda antes denominado Barracas al Sur. Julio Argentino Roca ocupaba la presidencia de la Nación, cargo que dejaría en el mes de octubre para que asuma Manuel Quintana. Gobernador de la provincia de Buenos Aires era el conservador Marcelino Ugarte. Por aquellos años, en 1902, el Congreso de la Nación sancionaba la nefasta Ley de Residencia 4.144 cuyo autor fue Miguel Cané, una de las “vacas sagradas” de la oligarquía, autor del libro “Juvenilla”. La Ley de Residencia o Ley Cané habilitó a los gobiernos a expulsar a inmigrantes sin juicio previo y fue utilizada para reprimir la organización del movimiento obrero. Sin duda fue una de las leyes represivas más funestas de nuestra historia parida en un momento -como tantos otros ocurridos antes y después en nuestra dolorida Argentina- en que las huelgas o cualquier otra protesta popular fueron bárbaramente reprimidas. 
No obstante ello los trabajadores y las organizaciones políticas identificadas con las reivindicaciones populares resistieron. En 1902 la FOA (Federación Obrera Argentina) decretó una gran huelga general, en 1904 la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) organizó y realizó la Marcha del 1° de Mayo. En ambos casos la represión con su secuela de cárcel, deportaciones y muertes fue brutal. El 4 de febrero de 1905 los radicales produjeron un movimiento revolucionario que simultáneamente estalló en Córdoba, Santa Fé, Mendoza y Bahía Blanca. Quien hubiese dicho en aquel entonces que un presidente radical -Fernando De la Rúa - noventa y seis años después, sería responsable de la muerte de varias decenas de argentinos que protestaron por sus políticas de hambre, de miseria y de sumisión a los usureros internacionales (continuará) 
   (*) Presidente de la Comisión de Estudios Históricos de Lanús