
Temerosos de la mirada oficialista que prohíbe que las manifestaciones tengan tinte político (igual que durante 1976-1983) ni un solo concejal estaba entre los manifestantes. Ni Martín Medina del Pro, que antes de ser edil no se perdía una.
“Yo no me callo, yo no me callo, basta de carros tirados por caballos”, gritaban a coro y denunciaban que Darío Diaz Perez les había dado a los carreros vía libre para hacer con los caballos lo que quiesieran, a cambio de que lo voten de nuevo, ellos y sus familias.
Como emblema de la marcha, durante la desconcentración, un grupo de reclamantes detectó en la avenida Yrigoyen, frente al bingo, a una yegüita, muy flaquita y preñada -esto constatado por un veterinario- uncida a un carro. La liberaron.