martes, 30 de junio de 2015

El papa ambientalista


por Alejandro Chitrangulo

Laudato si (Alabado seas) es el título de la esperada encíclica del Papa Francisco. Está dirigida no solo a los católicos, sino a todos aquellos que puedan contribuir a detener la degradación de “la casa común que Dios nos ha confiado”. 
Dividida en 6 capítulos, la encíclica, hace énfasis en “las raíces humanas” del deterioro ambiental que vivimos. A lo largo de sus 187 páginas en su versión español -el idioma en la que fue escrita-, aborda la problemática ecológica a través de una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta. En ella el Papa trata asuntos como la conexión entre el cambio climático y la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, la mala gestión de los recursos, la desigualdad entre las regiones ricas y pobres del planeta o la tibia respuesta de los líderes políticos y económicos ante el desafío de la actual crisis
medioambiental. 
Con su habitual estilo, directo y claro, el Papa menciona el gravísimo problema de la calidad de agua disponible para los pobres, especialmente en Africa. Y critica la tendencia a privatizar este recurso: “En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico”, sentencia, fustigando el derroche de agua.
También hace referencia a la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo como “grandes pulmones del planeta”, denunciando que “no se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales”. “De hecho, existen propuestas de internacionalización de la Amazonia que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones. 
Con la convicción de que en el mundo todo está conectado. El pontífice hace un llamado a proteger a nuestro planeta de la degradación ambiental y carga contra el actual sistema económico que explota los recursos naturales sin consideraciones éticas o morales y asegura que hay una “deuda ecológica” entre el Norte y el Sur. Y que mientras “la deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, no ocurre lo mismo con la deuda ecológica”. “La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”
Francisco invita a buscar otros modos de entender la economía y el progreso; el valor propio de cada criatura; la necesidad de debates sinceros y honestos; la grave responsabilidad de la política internacional; la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
El imperio contraataca al papa marxista”
Esta encíclica, la primera de un pontífice dedicada enteramente al medio ambiente, ha dado nuevos argumentos a aquellos en EE.UU. que creen que el Papa es “demasiado liberal” o incluso de tendencias “comunistas”, por su posición aperturista en cuestiones sociales y por sus críticas al “capitalismo salvaje” y a la “dictadura de la economía”.
“Espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa”. 
Con estas palabras se refirió hace unos días a la encíclica sobre el medio ambiente y el cambio climático el republicano candidato a la Casa Blanca Jeb Bush -católico y hermano del ex presidente estadounidense George W. Bush.
El candidato que representa el ala más dura del conservadorismo americano, también aseguró que no cree que la religión deba mezclarse con cuestiones “que tengan un efecto en el ámbito político”, se unió así al coro de políticos, empresarios y medios conservadores que en los últimos días han atacado al papa Francisco por opinar sobre un tema que creen no le compete.
La ciencia es para los científicos liberales
El documento de Bergoglio no ha sido bien recibido por muchos cristianos estadounidenses, que en el pasado se alinearon con los postulados del papa y no comulgan en importantes asuntos con el actual pontífice.
Hace unas semanas fue Rick Santorum, candidato republicano de cara a las presidenciales de 2016 y católico devoto, quien dijo en una entrevista de radio que “la iglesia se ha equivocado en cuestiones científicas varias veces” y que debería “dejar la ciencia a los científicos” y centrarse en cuestiones de “teología y moral”. 
El republicano Jim Inhofe, presidente del comité medioambiental del Senado de EE.UU., quien hace unos meses ocupó numerosos titulares de prensa por presentar una bola de nieve como prueba de que el cambio climático es “un fraude”, le dijo al Papa “que se preocupe de sus propios asuntos”. Esta manifestaciones no hacen mas que recordarnos que los conservadores del país mas poderoso del planeta son conocidos por negar la conexión entre el cambio climático y las actividades humanas, y por oponerse a la adopción de medidas que limiten, por ejemplo, la emisión de gases con efecto invernadero.
Los medios hegemónicos se ocuparon del tema
El conservador canal Fox News puso al aire una editorial del controvertido periodista  Greg Gutfeld  (una especie de Lanata del país del norte) quien dijo que: “ Bergoglio no quiere ser un Papa abuelo. Quiere ser un Papa moderno. Le faltan unas rastas y un perro con un pañuelo para unirse al movimiento Occupy Wall Street (Ocupa Wall Street)”.
Por su parte, Michael McKenna, un asesor republicano citado por el diario New York Times, que se describe a sí mismo como un “conservador católico”, dijo que el Papa está “vendiendo una línea de socialismo de estilo latinoamericano” y que Bergoglio “no está en sintonía con la iglesia católica de EE.UU.”
Una luz de cordura
Pese a las críticas una encuesta de Pew refleja una división partidista entre los católicos estadounidenses sobre el asunto del cambio climático. Sosteniendo que un 86% de ellos tiene una visión positiva del Papa y un 71% cree que el planeta se está calentando.  La encuesta también refleja que la mitad de los católicos republicanos creen que hay pruebas inequívocas de que la temperatura de la Tierra está aumentando, comparado con un 80% de los católicos demócratas.
  Los analistas creen que con la encíclica el Papa espera influir en el debate de la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se celebrará en el mes de diciembre en París.