sábado, 4 de abril de 2020

“El Buzón” a las víctimas y el poder a los victimarios

por Lisandro Martínez*

“El buzón” es el destino que los carceleros dan a los presos más rebeldes.
En prisión se llama a esa zona "Sector de Aislamiento de Convivencia", ese es el sinónimo de “buzones o leoneras” o “la cachucha” como le dicen en Chile. Es el nivel de mayor castigo dentro de las prisiones, es la continuidad de las mazmorras del medioevo, un encierro que busca la quiebra física y sicológica. “El buzón” estuvo en las catacumbas y estas siempre son parte de “el último infierno”.
   Las mazmorras fueron creadas por el clero medieval, al comienzo del papado de Gregorio I, para encierro y tortura, para aterrorizar a los parias y eran subterráneas para que no se escuchen sus gemidos.
   “En el Carcer (la cárcel) hay un lugar que se llama el Tullianum (proto “buzón”). Se halla a unos 12 pies de profundidad. Rodeado de murallas. Revestida con bloques de piedra. La suciedad, tinieblas y olor nauseabundo hacen de él, un lugar repugnante” (Sallustios Cat. 55,3 ss. en “Arte Romano” A. García y Bellido 1990).
La decoración de los primeros “buzones” estuvo a cargo de sicópatas clericales quienes esparcían por el lugar cráneos o esqueletos de muertos de hambre o torturas.
   En 1840 se fundó la Colonia de Muttray en Francia y refiriéndose a ese penal Édouard A. Ducpétiaux (1804/1868), opositor a la pena capital y economista de la clase obrera, señaló que “la menor desobediencia es castigada y el mejor medio de evitar delitos graves es castigar muy severamente las faltas más leves: una palabra se reprime, el principal de los castigos es el encierro en celdas. El aislamiento es el mejor medio de quebrar la moral
juvenil, la voz de la religión recobra así su nefasto poder… y escribe en los calabozos «Dios ve todo»” (“De la condición síquica y moral de los trabajadores jóvenes” Édouard A. Ducpétiaux 1845).

Aislamiento sin hospitales públicos y sanatorios expropiados no sirve
Buzón
    El aislamiento social para combatir la pandemia debe estar acompañado por un sistema hospitalario de salud pública integral. Pero la clase social que ha gobernado el mundo los últimos 75 años se encargó de destruir, mediante acuerdos internacionales basados en papers del BM y del BID, la estructura de la salud pública gratuita salida de la segunda guerra. Los gobernantes de todo el orbe permitieron sacar del ámbito social al sistema de salud y que fuera parte de la rapiña del capital. La combatividad de los pueblos puso siempre límites, pero solamente alcanzó en aquellos países donde se dio un paso adelante con la revolución social. Muestra de ello es Cuba, cuya principal exportación es de médicos y con un sistema hospitalario público que se impone largamente al privado/público o privado de los países del primer mundo (EEUU, etc.). “En Cuba por el Covid-19 hay 233 casos: 206 estables, 5 en estado crítico, 2 en estado grave, 6 fallecidos, 13 altas” (www.actualidad.rt.com 31/3/2020).
   Esto sucede en un país cuyo régimen tiene poco que ver con el socialismo ya que la clase obrera en Cuba no gobierna pero tiene sí un sistema público de salud en pleno funcionamiento.

El Covid-19 y la penalización a los pueblos
Bill Bratton, creador de la tolerancia cero de EEUU, vino a B A hace una década y en representación del “gendarme planetario EEUU” señaló: “La causa del delito es el mal comportamiento de los individuos y no las condiciones sociales” (La Nación 1/1/2000).
   Pero aquí hoy no es fácil derrotar la combatividad del pueblo. No pudo completar esa tarea cuando volvió 18 años después Perón, el líder de la clase obrera Argentina. “El primer trabajador” murió en el intento y se salvó de ver el levantamiento obrero de la huelga general de junio y julio de 1975, coronado por un aumento impresionante de los salarios. La dictadura asesina después de 7 años tampoco pudo con la clase trabajadora.
   El macrismo también fue parado en seco, no por la oposición que le votó 130 leyes sino por la movilización obrera de octubre de 2017, que en las calles por 12 horas luchó para impedir la contrarreforma jubilatoria. Ese fue el principio del fin para el derechismo “que vino a quedarse”. En este periodo en el Congreso no hubo ninguna fisura ni grieta y el PJ apoyó a Macri desde todos los ángulos.
   El aislamiento social en Argentina aprovechando la pandemia trata de deprimir al activismo y al pueblo, cortando sus lazos de sangre y sociales, imponiendo la parálisis de sus organizaciones para anular a una clase obrera que ha pasado las pruebas más duras: gobiernos demagógicos, dictadura genocida, progres, derechistas, etc. “Ya son más de 8.000 los detenidos por incumplir la cuarentena en el país” (www.cronista.com 29/3/2020).
   Alberto expuso abiertamente la política de que el pueblo no sea protagonista de la lucha contra el Covid-19 jugándose por reprimir “si lo entienden por las buenas, me encanta, si no tengo el poder para que lo entiendan por las malas” (casarosada.gob.ar 26/3/2020). Por eso no importa si la Clínica Estrada de Remedios de Escalada -abandonada y cerrada- tiene más de 100 camas y “solo hay que quitarle el polvo” como dicen los dirigentes de la CTA. La misma tónica represiva y un poquito más bruta para imponer “la dormidera al pueblo” la emitió por TV el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte: “En cuanto a imponer la cuarentena mis órdenes a la policía y el ejército son: si están en problemas disparen a matar” (www.publimetro.cl 2/4/2020).
   Por eso se entiende que no importa: ¿Cuántos respiradores hay? ¿Qué tratamiento médico, vacuna o antiviral? Llo que importa más que la cura es “poner a dormir” al soberano para que cuando despierte la operación a bolsillo abierto se haya completado y la crisis económica mundial la paguen los obreros y el pueblo empobrecido.
    Ginés González García anticipó que preparaban “un DNU para declarar de interés público todos los recursos sanitarios de la Argentina”.  Las cámaras patronales y la CGT rechazaron de plano el tibio planteo de Alberto de incorporar las prepagas y obras sociales burocratizadas junto con los hospitales públicos a un plan de asistencia en común frente al Covid-19 (www.infobae.com 1/4/2020).
   Hay que sacar todas las conclusiones: En manos de la clase social que gobierna Argentina y de la dirección gremial burocratizada no hay salida contra el Covid-19. El encarcelamiento domiciliario no cura.
   Luchemos contra el coronavirus abriendo las redes sociales y utilizándolas como ruta socialmente organizativa.

   (*) Del Partido Obrero-Tendencia