miércoles, 5 de junio de 2019

Demasiado chamuyo, demasiada mediocridad

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Seamos claros. Tantas idas y vueltas, indecisiones, especulaciones, falta de seriedad, incapacidad y carencia de coraje ante el pueblo se debe a la enorme mediocridad de gran parte de nuestra dirigencia política. Son muy pocos los que pueden salir al ruedo, exhibirse con tranquilidad, inspirar confianza y demostrar condiciones para sacar del medio al macrismo y gobernar, después, un país que sin ninguna duda está y estará en el peor de los infiernos.
Demasiado chamuyo, mucha cáscara, excesivo egocentrismo ante los oídos y ojos de millones de personas que todos los días nos levantamos, vemos cómo  se desmorona a cada minuto un pedazo más de nuestra soberanía, de nuestra dignidad y comprobamos con dolor que quienes tienen necesidades extremas están cada vez más alejados de la posibilidad de acceder, por lo menos, a un plato de comida.
En medio de una catástrofe nacional se necesita algo más que discursos propios del  juego del gran bonete y que el desfile de figuras, figuritas y figurones frente a aplaudidores de ocasión, sea reemplazado por la presencia de gente con prestigio personal y capacidad comprobada en la que podamos depositar nuestra confianza. Saltos, enroques, cambios de camiseta, trepadores y trepadoras que con el cuento de la unidad hoy se acercan a los que hasta ayer nomás adversaron sin piedad, es una demostración cabal de cómo la política se ha desvalorizado y prostituido en nuestra dolorida Argentina. Hay mucho oportunismo y desfachatez por parte de quienes prometen “el oro y el moro” aun sabiendo que todo el mundo conoce sus dobleces y  que detrás suyo hay poco y nada. En un escenario que se precisan millones de votos ¿qué caudal pueden aportar figuras marchitadas por el tiempo que se empecinaron en descuartizar al kirchnerismo en momentos difíciles? Propios y ajenos no nos olvidamos de quienes no escatimaron diatribas contra Cristina cuando  las patronales agrarias pusieron al país en vilo. Tampoco de ciertos personajes, que triscan en nuestras
cercanías teniendo  sobre sus espaldas un considerable historial de sinuosidades. Más de uno y de una, ahora en busca de calor de hogar, ha demostrado sobradamente que su fidelidad al proyecto nacional y popular estuvo pegada con saliva.
Está bien: la necesidad tiene cara de hereje. No se nos escapa que es necesario sumar voluntades para terminar con la desgracia amarilla. Pero no olvidemos quien es quien y que varios de los que arriban a nado a las playas donde se construye el parador de los Fernández no traen consigo garantía de lealtad. No obstante, por aquello que decía Perón respecto a los materiales necesarios para construir un rancho, todo viene bien en un proceso de acumulación de fuerzas. Así que, adelante con los faroles pero con la mirada atenta. Bienvenidos y bienvenidas todos y todas, pero a la hora de distribuir responsabilidades habrá que fijarse bien a quienes se le adjudican las principales. Es necesario construir unidad, sin duda alguna. Pero construyamos sobre bases sólidas y con la más pequeña dosis de hipocresía que sea posible. La política es puerca, decía el abuelo.
Tampoco hay que dejar de reconocer que algunos de los que alguna vez emigraron tuvieron su cuota de razón, porque la soberbia y los caprichos no escasearon cuando creíamos que con los batallones concentrados en el Patio de las Palmeras podíamos ganar cualquier guerra.
Importantísimo ganar las elecciones de octubre en forma contundente. No menos importante es  tener la seguridad de que quien desaloje de la Casa de Gobierno a su actual ocupante esté dispuesto a impulsar políticas transformadoras de fondo y no meros parches para que todo siga más o menos igual. Lo mismo es de esperar de parte de aquellos que, en caso de triunfar, les corresponda conducir los gobiernos provinciales y municipales. Si logramos derrotar mediante el voto popular al conservadurismo que expresan Macri y sus socios habrá que ver que piensan hacer los victoriosos con los medios de producción y de cambio, incluida la tenencia de los grandes latifundios. ¿Quienes nos endeudaron por decenas de años y vaciaron las arcas de la Nación se irán tranquilamente como si nada hubiese ocurrido? Debemos exigir que en caso de terminar con el macrismo en octubre, el 10 de diciembre marque un antes y un después en nuestra historia. Porque si no es así, todo será cartón pintado. Gatopardismo puro.       
Llegará la hora alguna vez, en esta Argentina, que quienes pretendan el apoyo irrestricto del pueblo para gobernar y enfrentar a los poderes económicos y financieros de aquí y de afuera, deberán aguantar con el cuerpo lo que afirman con la lengua. Cosa que no se vio en el exitoso paro nacional del 29 de mayo en que, como casi siempre, una minoría heroica de peronistas con sus ollas populares, y compañeros de izquierda con sus banderas, salieron a la calle para afirmar principios y fueron brutalmente reprimidos. Esas compañeras y esos compañeros que en definitiva son la reserva moral de la Patria, merecen mucho más respeto que aquellos monologuistas de tribuna que de un día para otro, según la temperatura política, su estado de ánimo y sus conveniencias,  cambian de color como los camaleones. Dentro de la política nuestra de cada día, abundan personajes que, igual que esos reptiles, tienen la lengua más larga que su cuerpo.
El domingo 2 de junio en las provincias de San Juan y Misiones el peronismo, expresado por candidatos de diferentes matices arrasó en ambas elecciones dejando muy atrás a los representantes del macrismo. En Corrientes el radicalismo provincial cercano al gobierno nacional se impuso en las legislativas. ¿Estos resultados anticipan algo de lo que puede ocurrir en octubre? Absolutamente no. Aquí se está dando una situación que, a futuro, puede ser novedosa en las relaciones de gobierno central y gobiernos de provincia. Los adelantos de elecciones provinciales no fueron pensados y llevados a cabo por gusto. ¿Pasará por la cabeza de los gobernadores que cuentan con amplio apoyo popular, agruparse en una suerte de liga federal que les permita, en unidad, reclamar con fuerza al gobierno central para bien de sus territorios? Alguna idea de este tipo está siendo analizada por algunos mandatarios provinciales cuyo apoyo o rechazo a quienes compitan por el premio mayor dentro de unos meses será de vital importancia. De manera que los integrantes de las fórmulas presidenciales deberán estar atentos respecto a los humores y la palabra de quienes asentados en sus feudos ejercen un poder nada despreciable. Probablemente estemos en los umbrales de un tiempo nuevo. Veremos.
   (*) De Iniciativa Socialista