sábado, 19 de mayo de 2018

Volver a empezar

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com 

Sabemos que todo ha cambiado en la AFA. Que ya no está Grondona como mandamás, que exigía voto y fidelidad, y que a cambio repartía préstamos, condonaba deudas, apagaba incendios y distribuía favores deportivos de todo tenor. El dinero es el único combustible que mueve al nuevo circo del fútbol argentino, ahora Superliga, que exige cuentas al día. Y para tener las cuentas al día, cuando los ingresos son limitados y la mayoría de los clubes son deficitarios, hay que conducirse con responsabilidad y cautela, y en lo posible mejorar la comunicación, decir las cosas con mayor claridad para consolidar la unidad política y no ceder a las exigencias desbocadas de la tribuna. En el actual contexto de la economía nacional, Marcone fue transferido al fútbol mexicano, y la cifra que ingresará por él, se dice que más de cuatro millones de dólares limpios, es una gran noticia para el club Lanús.
El problema surge en el plano deportivo, ya que el equipo de Carboni se estaba refundando alrededor de Iván Marcone, ubicado unos metros más adelante, repartiendo lujos, e incluso ejerciendo a veces el rol de armador ofensivo. Ese nuevo formato del Kelly, que naufragó en los resultados por la falta de gol, se hundió definitivamente con la partida del mejor volante central del fútbol argentino. Carboni se había hecho cargo el lunes 11 de diciembre, en el último partido de un 2017 inolvidable: en San Martín, por la 12ª fecha de la Superliga, fue superado por Chacarita por 3 - 0, con Andrada, José Luis Gómez, Pasquini, Velázquez, Marcone, Silva, Acosta y Sand en la formación inicial, ocho integrantes titulares del equipo de Almirón, quien con su partida una fecha antes del cierre anunció el fin de ciclo, y los jugadores así lo interpretaron. Todavía Lanús era una fiesta.
Cuarenta días después, terminado el receso de verano, en medio del descontento por los
alejamientos y la falta de refuerzos, Carboni dirigió su segundo partido, empate ante Patronato. Ganó, empató y perdió durante las ocho fechas que siguieron, jugando sin rumbo ni identidad. La mejora fue después de la derrota ante San Lorenzo, a partir de la fecha 22. Fueron seis empates consecutivos ante Temperley, Banfield, San Martín de San Juan, Argentinos, Tigre y Atlético Tucumán, no menos de cuatro de ellos debieron ser victorias. La cosecha de puntos fue magra, el rendimiento de pobre a discreto. De las primeras presentaciones hasta hoy se avanzó bastante, tanto en lo individual como en lo colectivo, aunque nunca pudo encontrar los caminos del gol. Al cabo de 10 empates, 3 derrotas y apenas 2 victorias, Carrasco, Thaller, Lodico, Maciel, Belmonte y algunos más se ganaron un lugar en el futuro plantel. Confiamos en que José Luis Gómez se recupere, que Herrera y Marcelino Moreno –ambos fueron figuras ante Atlético- como también García Guerreño y Pasquini sigan creciendo y se integren a la formación titular.
Aunque poco queda del juego vistoso y distinguido de Jorge Almirón, lo mejor del equipo de Carboni estuvo en el medio campo. Marcone ya no se metía tanto entre los zagueros, jugaba más adelantado y abastecía a los dos volantes internos: Belmonte y Lodico, el “ocho” y el “diez”, las dos máximas apariciones de la cantera del club. Son diferentes entre sí, pero coinciden en algo: son veloces, frontales y decididos, y con esa impronta cambiaron el modo de atacar de Lanús. El Toto es un poco más batallador, Pinito tiene el talento y la elegancia en la sangre, ambos son granates desde la cuna y reúnen los atributos necesarios como para llegar al máximo nivel. De la confianza, la inteligencia y la suerte de cada uno dependerá su destino. A Lanús le faltó un nueve goleador. Está claro que ni Vides, ni Denis, Ni Di Renzo dieron la talla, pero no es descabellado pensar que la verticalidad de la línea media, que carece de la pausa y el panorama de Román Martínez, no haya atentado contra el poder ofensivo del equipo del Kelly, más allá de quién fuera el centro delantero.
Dos meses y medio tendrá Carboni para tratar de obtener dos jugadores por puesto, y en tanto mostrar sus dotes de seleccionador de refuerzos accesibles que nutran de mayor categoría al plantel. Con Marcone como capitán y conductor todo hubiera sido más sencillo, pero no se pudo impedir su partida: fue la primera vez desde su llegada al club que una entidad se interesó por su pase. Su nivel había crecido pese al opaco andar del equipo, la prensa lo reflejaba y la oferta era seria, concreta e irrechazable. Maciel puede reemplazarlo en la tarea defensiva, pero hará falta un volante experimentado, un estratega que le quite vértigo y le devuelva algo del toque, la pausa y el cambio de frente que supo tener con Almirón.
Durante el largo receso, como todos los hinchas de Lanús, el Kelly Carboni verá el Mundial con la radio pegada a la oreja, esperando noticias de los refuerzos, pero también temeroso de padecer algún otro alejamiento de relevancia. Seamos sinceros: a juzgar por el enorme nivel de Esteban Andrada, su condición de arquero de elite, con talla, concentración, reflejos, criterio técnico, buena pegada, además de gran atajador de penales -desde su vuelta al club sacó la mitad de los que le patearon- no sería extraño que alguna entidad de primer nivel venga por él. Es sabido que en el fútbol mundial ya no existen los intransferibles. Si eso ocurre, algunos granates se alegrarán por lo que seguramente será otro gran ingreso para el club, no sin lamentar la partida de un arquero de su categoría. Otros, a tono con los tiempos, insultarán en todos los idiomas, e incluso una parte de ellos tal vez rompa el carnet, como en el 56, o la emprenda contra los vidrios de la Confitería de la sede, como en el 78. En ese aspecto, pese a que lleva tres décadas como gran animador del fútbol local y continental, el club Lanús no parece haber cambiado tanto.