viernes, 1 de julio de 2022

Avanza la construcción del estadio de Lanús

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Desde la llegada de Cúper a la dirección técnica, el Grana pasó a estar cada vez más cerca de la consagración, pero sin poder alcanzar el objetivo. Tercero del Apertura 95 y del Clausura 95, tenía servido el título para el Apertura 96 pero se decidió tomar en serio también a la Copa Conmebol, un Torneo que venía creciendo, y la doble competencia y el camino allanado en la Copa lo terminó relegando una vez más al tercer puesto en el torneo local. Lanús ya era una entidad en franco crecimiento, el ejemplo a seguir para el resto de los clubes chicos que soñaban con competir de igual a igual con los grandes. Sólo faltaba coronar tantas buenas campañas con un título. De alguna manera, las derrotas consecutivas ante Vélez e Independiente a poco del final de aquel Apertura 96 fueron dos golpes duros, y la Copa Conmebol que finalmente obtuvo en diciembre de ese año fue un premio consuelo, que fue cobrando valor a los ojos de los hinchas sobre el final, allá en Colombia, en un partido muy difícil en un colmado estadio El Campín de Bogotá, al transformarse en la primera estrella.

Promediando los años 90, el club Lanús contaba con una masa societaria que, con altibajos, se había establecido en un número siempre cercano a los 30.000 socios. Mientras el primer equipo se codeaba con la gloria y su presidente, José Emilio Chebel, el creador de la frase

“El club de barrio más grande del mundo”, se lucía en las radios y la TV defendiendo el
modelo de entidad deportiva conducida por sus socios y administrando los crecientes recursos del club que pronto se nutrirán con las primeras grandes ventas, otro importante grupo de socios conducidos por Néstor Díaz Pérez, la famosa Comisión de Tribuna, participaba activamente en muchas de las tareas que se estaban desarrollando y se abocaba con obsesión a la obtención de recursos para avanzar en la construcción del estadio. Integrada por una camada nueva de dirigentes jóvenes y exitosos en sus ocupaciones personales, se acercaban a colaborar con la Comisión de Tribuna gran parte de los socios que habían respaldado a Néstor cuando el club accedió al pedido de Grondona y votó a favor de la convocatoria de acreedores de Racing Club, produciéndose un distanciamiento pasajero en la relación entre ambos grupos: Alfredo Paseri, Francisco Carnevale, Pichi Solito, Hugo Ramos, Nicolás Russo, el Colorado Ferrero, Jorge Canosa, Roberto Pignanelli, Daniel Máscolo, Rubén Ferreti, Roberto Barbaría, Miguel Puerta, Daniel Martínez y varios socios más secundaban a Díaz Pérez, que constituían una nueva generación de dirigentes que con la chapa de haber salvado a Lanús de la quiebra y haberlo llevado a Primera habían entendido que pedir ayuda para el club después de haberlo sacado del infierno era posible, ya que el milagroso salvataje logrado era una excelente carta de presentación. Una vez inaugurado el micro estadio se abocaron con enorme determinación a concretar la obra más ambiciosa de la historia del club: la mole de cemento que iba tomando forma a paso firme en el Polideportivo de Arias y Guidi.

En 1996 se construyó el primer techo, el de la Platea Oficial. En 1997 se levantó la tribuna del Polideportivo, la última que faltaba construir, y una vez terminada se inició con la construcción de los cuatro codos que faltaban para completar el perímetro del estadio. Con las tribunas hechas, hubo que trabajar para empezar a darle forma y funcionalidad al nuevo portento edilicio para el que, una vez conseguidos los materiales que se necesitaban, había que asumir los costos de la construcción de lo que faltaba, que no era poco. Para eso se destinó el dinero del Bingo y los ingresos del programa de TV Lanús 2000, conducido por Fernando Babor y con Roberto del Percio a cargo de las imágenes, dos logros de Néstor Díaz Pérez. El programa comenzó el 9 de agosto de 1992, en cancha de Racing, el día que Lanús volvió a jugar en primera para siempre, idea que acompañaron activamente varios de sus amigos, entre ellos José Villamil, Alfredo Paseri, Jorge Antico y Delfín Pérez. A medida que avanzaban las emisiones crecía notablemente la gran cartera de anunciantes, entre los que se encontraban las comercios y empresas más importantes de la ciudad, generando una muy buena suma mensual en concepto de pauta publicitaria que se utilizaba íntegra para solventar los gastos de construcción del nuevo estadio.

Por entonces el monopolio todavía no había llegado al negocio de cable, y en cada ciudad había dos o más empresas pequeñas que competían por el aún incipiente porcentaje de usuarios. Llegó a un acuerdo con la firma Lanús Video Cable de la calle Carlos Casares, en Lanús Oeste, cuyos propietarios eran personas conocidas de la ciudad. Muy pronto la TV por cable se convirtió en boom, y todos los hinchas de la zona querían contar con el programa Lanús 2000 que entregaba las imágenes de cada partido con los relatos de Jorge Mineo y los comentarios de Babor, y además ofrecía una amplia cobertura de la actualidad del club. Debido a eso, Néstor negoció un dinero mensual extra por los nuevos usuarios que diariamente se abonaban al cable local atraídos por la novedosa posibilidad de ver todos los partidos del Grana completos, 24 horas después de haberse jugado.

Por ese privilegio, el acuerdo pronto estuvo en la mira de Torneos y Competencias, firma dueña de los derechos del fútbol. Advertido de lo que iba a pasar, que el fútbol estaba destinado a ser un producto exclusivo de los medios monopólicos, Néstor Díaz Pérez veía venir que mucho no duraría, y preocupado porque la obra del estadio estaba a medio realizar, asistió a una reunión de comisión directiva de la AFA con una solicitud que muchos, incluido Grondona, consideraron una locura. Díaz Pérez le llevó por escrito un pedido para que la Selección Argentina se presente en Lanús a jugar un amistoso internacional para inaugurar el nuevo estadio, con recaudación a beneficio de la entidad Granate. El presidente de la AFA le dijo que ni loco le podía ceder al equipo mayor, pero que le ofrecía un partido del Sub 20. Díaz Pérez le respondió que no le servía, que él quería inaugurar el estadio con un marco que le permitiera recaudar dinero para poder terminarlo, y que para eso necesitaba la Selección mayor. se mantuvo en la negativa. Pero el extrovertido presidente de Vélez, Raúl Gamez, entonces secretario de Selecciones de AFA y todavía hombre de confianza del mandamás, apoyó la iniciativa y le firmó la autorización. Ante lo irreversible, Grondona no quiso ceder los laureles y también puso su firma. Con ese contrato en la mano, Díaz Pérez se fue a ver a Armando Tedesco, de Torneos y Competencias, quien sin poder creer lo que veía le compró la exclusividad del partido inaugural por 400.000 dólares. El partido nunca se jugó, pero con ese dinero se levantó el último de los cuatro codos, el que más costó realizar, el de Arias y Esquiú, donde también se construyó la usina del estadio.

En la foto, construcción del estadio de Lanús.