lunes, 9 de septiembre de 2013

Francisco es el conductor

por Heriberto Deibe*

¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lucas 24, 5).
Hay que decirlo de una vez: Puerta de Hierro está en Roma porque Francisco es la única fuente natural de legitimidad para la política de nuestro país. 
Y hay una razón principal para ello: la coherencia. Bergoglio era coherente entre su palabra y su acción y eso lo llevó a ser Papa. A su vez, Francisco es coherente con Bergoglio. 
Esa  coherencia es, al mismo tiempo, el origen de su autoridad y el mayor contraste con nuestra dirigencia política. 
Cuando Francisco hizo la enorme salvedad entre “pecadores” y “corruptos”, puso el acento en la diferencia entre la Verdad y la Mentira, porque el pecador se asume como tal mientras que el corrupto posa de santo. Otra vez coherencia contra hipocresía. El que hace oficio de la hipocresía se engaña y por lo tanto, va a terminar engañando a quienes se propone dirigir. Esa es una gran lección para nuestra actividad, una entre tantas que casi a diario, Francisco nos envía desde su autoridad. Ya Perón decía  que la conducción permanente solo se logra con prestigio, no con popularidad, y que ese prestigio se logra con la coherencia en lo valores y con una vida ejemplar.
Del mismo modo, cuando habla de “pecadores”, está habilitando ampliamente el juego de la política y no mezquina la transferencia de su autoridad. Lo que hace es abrir el juego con solo
dos condiciones: que se juegue y que no hagamos trampas. Francisco no es un virtuoso intolerante sino un pecador comprensivo y como tal nos alienta a jugar en política a todos, pero con lealtad. 
Porque la autoridad de Francisco es inclusiva y transferible. Nos está destinada. La autoridad de Francisco y su poder, fluye y se transmite naturalmente desde él hacia nosotros. Él así lo quiere y obra en consecuencia, todos los días. 
En esto hay que ser claros. Francisco recibe a todos. A los que lo odiaron y ahora vuelven rendidos, y a los que lo han seguido siempre. Recibe a los que van para la anécdota de la visita y a los que van a buscar esa transferencia de poder y de autoridad. 
En esto Francisco también tiene un manejo netamente peronista: el poder es transferible. 
Esa es otra diferencia que le da la posibilidad de ubicarse por encima del resto. Cuando siendo cardenal nos intimaba a “ponerse la Patria al hombro” hablaba de esto, hablaba de un Todo porque la Paria somos todos. 
Conducir solo una parte, en política, es la receta del fracaso, ya lo estamos viendo. Francisco conduce a la totalidad y por eso recibe sin discriminar.
El desafío es ese: saber recibir de Francisco la autoridad que nos ofrece. 
Pronto toda nuestra política girará vertiginosamente en torno de la figura de Francisco y sería bueno que empezáramos a hacernos carne de esa Verdad. 
La revolución para cambiar un modo de hacer política, hoy pasa por los valores de Francisco. Quién no entienda esto, quién no lo comparta, quién desde ahora no se comprometa con la verdad profunda de la existencia, con los hambres (físicos y morales) del Pueblo, con la realidad de la periferia, va a quedar auto excluido.
El filtro es sencillo. 
“Dame tres ideas de País” solía pedir el entonces cardenal Bergoglio a sus políticos allegados, como tanteándolos, como palpándolos de argentinidad, digamos. 
El que no las tenga, o que no las piense desde el crecimiento sustentable, la justicia social, la solidaridad, la familia como centro de las políticas públicas, se quedará en la coyuntura. 
Eso diferencia también a Francisco y lo autoriza a ejercer su poder: tiene y exige IDEAS de país. Porque sabe que la Idea debe ser previa a la propuesta. Una propuesta sin una Idea que la contenga es más coyuntura. Ya sea que hablemos del oficialismo o la oposición en nuestro país, solo vemos “propuestas” concretas que no surgen de una Idea de Nación sino como un parche para una coyuntura, en el mejor de los casos, o como respuesta a una encuesta, en el peor. 
Tenemos que entender, con Francisco, que la idea de Nación por si sola nos dará las herramientas para concretarla. Si no, sin esa Idea, una propuesta es táctica sin estrategia. 
Por eso es imprescindible aprehender de Francisco. Entender que los valores morales son condición excluyente en la dirigencia política. 
Los que tienen la fortuna de entrevistarse con él deberían ir a aprehender, a buscar esa transferencia de autoridad, ir al encuentro de lo que Francisco nos pide: lleven esto a nuestra Patria y hagan.
Pecadores o santos. Católicos o no. Peronistas o no. La idea central que emana de Francisco es volver a la política como expresión concreta de la fe, volver a los valores morales como motor de los dirigentes políticos y retomar una idea de país tomando en cuenta nuestra historia, nuestros modos de entender el universo y de pensar el Hombre. 
El mundo entero se va a sacudir con Francisco y si no nos sumamos, si no somos la punta de lanza de ese sacudón, nos vamos a quedar como porteros del tráfico y la trata.
Por eso Francisco es el Jefe natural de la política argentina. Pero de la política en serio, de la política pensada en el reflejo del resto de las naciones. 
Si lo entendemos, estoy convencido de que veremos como en nuestro país se inicia una era de esplendor.
Por eso Francisco también ocupa un lugar simbólico casi. Francisco representa la oportunidad, para los que sepamos aprovechar su significación real, de recuperar valores auténticos de nuestra argentinidad, valores universales pero criollos en sus formas. 
Viene a completar un ciclo nacional. Es el broche que cierra y sintetiza nuestra identidad nacional. ¿Por qué? Porque es Jesuita y porque los jesuitas cuidaron nuestras fronteras, se fueron de cabeza a las periferias y evangelizaron, fueron artífices de una “comunidad organizada” y también porque los jesuitas, hace trescientos años, sufrieron en su cuerpo la primera avanzada de lo que hoy  culmina con nuestras fronteras como un colador y destinadas a la miseria.  
Algunas veces la historia parece que se enreda, pero cuando miramos mejor, aparece un dibujo claro, como un hilo conductor: en la que fuera la misión jesuita “Nuestra Señora de los Santos Reyes Magos de Yapeyú” nació el Gral. San Martín y con él se inicia la Patria. 
Será que ahora nos toca a nosotros, al fin, siguiendo el impulso de Francisco, retomar esa idea de Nación Soberana  y Pueblo Libre. 
El espíritu de nuestro país es ese: es el jesuita con su austeridad, su educación, su iluminación, sus artes, su autogestión, su progreso y misericordia. Francisco, para decirlo en una palabra.
Es el círculo que se cierra. 
Nuestra Nación merece un destino enorme. Lo merece porque ha nacido entre guerras solidarias, guerras sin conquistas, liberando países y volviendo a su suelo sin nada en las alforjas. La Historia Grande de nuestro Pueblo merece un Papa como Francisco, porque de nosotros ha salido un humanista universal como Perón, con su Tercera Posición (idea no superada todavía, con las consecuencias que vemos en Siria, por ejemplo).
Quizás y solo quizás, esto sea una señal. Que donde nació el Gral. San Martín, origen y futuro de nuestra Patria, existan todavía las huellas de la doctrina y la práctica que inspira a Francisco, puede ser una luz sobre un país posible. 
Francisco es hoy la fuente de la autoridad moral de nuestra política. Tenemos que ir a buscarla. 
     (*) Concejal de La Juan Domingo