jueves, 14 de septiembre de 2017

Rapiña internacional en tierras indígenas

por Lisandro Martinez*

El operativo capitalista para afanarse los recursos naturales es a escala planetaria. 
  El movimiento internacional (por ahora con escasa articulación) de defensa territorial incluye -entre otros- a Sioux, Quom, Cheyenes, Nez Perce, Mapuches, Mohwak, Tehuelches, Mi’kmaq, Inuit, Sami, Ongonis, Maliseet, Ijaw y Passamaquody.  
  En 1999 Moira y Mauro Millán junto a la comunidad mapuche Pillán Mahuiza, recuperaron 150 hectáreas en manos de la policía. En Chubut y junto a otras comunidades mapuches, el 11/10/02 cortaron la ruta y fueron imputados como usurpadores. En 2003 por aquel piquete la justicia procesó a Moira Millán y a Martiniano Jones Huala, tío de Facundo Jones Huala. 
  Mauro y Moira en 2002 apoyaron a la familia Curiñanco desalojados de Santa Rosa, en Leleque (Chubut), por denuncia de los Benetton. Los Curiñanco habían trabajado muchas mejoras en Santa Rosa y con su laboriosidad le dieron utilidad social a tierras que no estaban trabajadas con anterioridad. En 2004 la Justicia de Chubut restituyó las tierras a Benetton y la organización mapuche/tehuelche 11 de octubre fue calificada de terrorista.
   En 2003 la comunidad mapuche y los vecinos blancos enfrentaron y derrotaron en Esquel a la minera Meridian Gold, que intentó extraer oro contaminando el agua con cianuro. En 2013 TN descalificó a Mauro Millán presentándolo como empleado de Benetton. Las injurias de hoy
a los mapuches son iguales a las que se hicieron desde fines de los ‘90.
  El ataque al Lof Cushamen se inscribe en la escalada internacional de ofensiva contra los pueblos originarios, cuyos estados capitalistas los entregan a negocios petroleros y gasíferos (oleoductos y fracking) mineros, hidroeléctricos, forestales y de latifundios, etc. 
  En 1957 en Nigeria en el delta poblado por la tribu Ogoni, Shell descubrió petróleo y avanzó en un saqueo depredador derramando durante 50 años petróleo en miles de kilómetros, por lo que las fuentes alimentarias de los nativos escasearon y la catástrofe humanitaria alimentó la guerra civil. En el siglo XXI los Ogoni y los Ijaw reclaman el control de los recursos de sus tierras arrebatadas durante la invasión. 
  En 1990 estalló una de las revueltas más importantes de las Naciones indígenas de Canadá. La comunidad Mohwak se alzó contra los planes estales de construir en Oka, cerca de Montreal, viviendas de lujo en terrenos sagrados de la nación amerindia. Más de 1.000 policías los rodeó y en el asalto hubo cientos de heridos y un oficial de la policía murió.
   En diciembre 2012 surgió en Canadá el movimiento Idle No More (Pasivos nunca más), cuya visión es: Honrar la soberanía del pueblo indígena y proteger la tierra y el agua. Un año después Idle No More convocó a aborígenes y a la población blanca a oponerse en Rexton, New Brunswick, a que la compañía Southwestern Ernegy (SWN) de Texas EEUU extraiga gas de los territorios indígenas. Los Mi’kmaq, de la Primera Nación Elsipogtog señalan que SWN operaba sobre territorio indio pisoteando los tratados del siglo XVIII firmados con la Corona Británica. El método fracking utilizado fue denunciado por destruir el medio ambiente y la salud. 
  En EEUU en 2014, el Departamento de Estado insinuó que aprobaría construir el oleoducto de Keystone XL, que uniría Canadá con Nebraska EEUU. La nación Lakota declaró que eso era ilegal (Jorge Barrera “Keystone XL” “Black Snake” Pipeline to face ‘Epicc’ opposition from Native American Alliance” APTN 13/1/14).
  Los Nez Perce cortan las rutas de Idaho y Montana (EEUU) luchando contra la extracción de combustibles fósiles, los Cheyenes del norte son la “barrera ambiental” contra la expansión de la industria del carbón al sudeste de Montana. Los Lummi se oponen la depredación que plantea la construcción de la mayor terminal portuaria del noroeste del Pacífico para la exportación de carbón. En Bellingham (Washington), se ha producido un enorme tránsito de petroleros por el estrecho de Georgia que contaminan  con el polvo de carbón y vulneran los derechos a pescar de los Lummi, reconocidos por los tratados. En Montana cerró una mina de carbón en la cuenca del Río Poswder luego de tres años de resistencia Cheyene (www.democracynow.or 11/3/16).
   El capitalismo depredador deshiela el Ártico y los Inuit y los Sami denuncian que esto compromete sus vidas por el vertido de las plataformas submarinas. En 2014 un frente de tribus nativas de Alaska derrotó a Shell, denunciando que la actividad en el Mar Chukotka producía un impacto ambiental que afectaría la alimentación y envenenaría las aguas, poniendo en riesgo la vida de quienes tienen unidos su destino al mar. 
  Los Mi’kmaq, Maliseet y Passamaquody, de New Brunswick y Nueva Escocia en Canadá, firmaron tratados de paz con la Corona Británica en 1760/1761 y acordaron compartir tierras con los invasores a cambio que los nativos siguieran utilizando tierra y aguas para la pesca, el comercio y sus ceremonias ancestrales. Como los invasores desconocieron los tratados se iniciaron juicios pidiendo compensación económica desde cuando una de las partes rompió el acuerdo –1761-; la causa es por daños y perjuicios, explotación ilegal, degradación de las tierras y de las aguas que por derecho tenían que estar bajo el control de esos pueblos originarios.
   La pletórica iniciativa indígena con piquetes, movilizaciones, giras de rockstars, pronunciamientos de personalidades y pueblos enteros y los reclamos judiciales, han impactado de lleno en Standart & Poor’s, la calificadora de riesgos que en 2004 tuvo que entrevistarse con Jefes nativos del interior de la Columbia Británica, portavoces de la Red Indígena sobre Economías y Comercio. Ellos impugnaron la elevada calificación que hacia S&P sobre Canadá que ocultaba el elevado pasivo (una enorme deuda impaga), por la colosal riqueza que se había extraído sin consentimiento desde 1846 de tierras indígenas no cedidas (“Esto lo cambia todo” Naomi Klein 2015, Editorial Paidós pág. 451 a 453). 
 Ahora, en Argentina, Carrió -embajadora yanqui de escaso intelecto-, pinta a Maldonado y a los mapuches como una conspiración kirchnerista para la elección, ignorando que la olla a presión internacional le puede volar la peluca. 
Por un frente único de obreros y pueblos originarios en el camino del gobierno de trabajadores.
Aparición con vida de Santiago Maldonado.
   (*) Candidato a senador provincial