lunes, 17 de junio de 2019

Bienestar digital

por Alejandro Chitrángulo 

La mayoría de los dispositivos móviles modernos traen incorporada una App que mide la cantidad de tiempo que pasamos mirando la pantalla diariamente. Las aplicaciones de bienestar digital también cuentan la cantidad de veces que desbloqueamos el dispositivo e incluso discriminan el tiempo que pasamos utilizando cada aplicación.
De media, los Argentinos pasamos más de 7 horas diarias delante de una pantalla con los ojos enfocados en móviles, tablets, ordenadores, e-books o televisiones. Estos y otros datos, como que el 80% de los argentinos miramos un dispositivo con pantalla antes de acostarnos o directamente en la cama y también es lo primero que miramos al levantarnos.  
Podemos recibir decenas de notificaciones por hora pero, además, el sistema de recompensa de nuestro cerebro –buscador constante de novedades– hace que muchas veces miremos repetidamente los dispositivos, aunque no haya nada nuevo que ver o responder. Nos hemos habituado tanto a estar conectados que olvidarnos el teléfono o quedarnos sin batería puede generar altos niveles de ansiedad, por el “miedo a perdernos algo importante”.
El uso de las nuevas tecnologías trae consigo  infinidad de ventajas, pero sin perder eso de vista, diversos estudios demostraron que también puede contribuir a generar estrés. Se ha observado que el uso excesivo puede provocar síntomas de déficit atencional, generar tensión en las relaciones interpersonales, problemas de salud, y dificultades para sostener el balance entre la vida laboral y personal.
El bienestar digital se ha vuelto un tema importante también para las grandes compañías tecnológicas como Google y Facebook que, mediante cambios en sus plataformas más usadas, buscan facilitar que los usuarios conozcan y modifiquen sus propios hábitos. Algunas de sus herramientas permiten visualizar el tiempo que uno pasa usando un
dispositivo, eliminar interrupciones visuales en la pantalla o establecer límites de tiempo de uso para determinadas aplicaciones. Esta posibilidad resulta útil ya que es fácil perder la noción del tiempo cuando se está entretenido.
Según los estudios recientes, el 80% de los argentinos considera que el tiempo que pasan delante de una pantalla es preocupante y tres de cada cuatro asumen que esta exposición podría causarles problemas de vista. Esta exposición prolongada suele derivar en la aparición de astenopia acomodativa que se manifiesta a través de escozor y enrojecimiento de ojos o dolor de cabeza. Además, el uso abusivo de pantallas puede provocar miopía, insomnio y falta de concentración. 
Para los adultos, estos efectos pueden frenarse o reducirse a través de hábitos tan sencillos como utilizar las pantallas en entornos bien iluminados y a una distancia apropiada, parpadear voluntariamente y con frecuencia, tomar pequeños descansos o usar lubricantes oculares como lágrima artificial. Otra solución es un tratamiento antirreflectante que se puede incorporar a las lentes, que previene la fatiga y el estrés visual derivados del uso abusivo que realizamos de las pantallas en nuestro día a día, al tiempo que reduce el brillo y mejora el contraste.
Screen Pollution
Lograr un bienestar digital no es dejar de usar la tecnología sino de usar nuestro tiempo de manera significativa. Reflexionar acerca de cómo nos vinculamos con la tecnología nos permite preguntarnos acerca de nosotros mismos y de las relaciones que establecemos con los demás. Se ha recomendado no usar tecnología por más de 90 minutos continuos. Pasado ese tiempo, es beneficioso tomar una pausa de 10 minutos para realizar una actividad “no tecnológica”, como salir a dar una vuelta, conversar “en persona” o no hacer nada. Los momentos en los que “no hacemos nada” son esenciales para potenciar la creatividad.
El caso de los niños y adolescentes (menores de 18 años) debe considerarse de manera distinta a los adultos porque tanto sus hábitos como los efectos de estos son distintos a los de los adultos. Uno de cada tres niños empieza a utilizar dispositivos con pantalla a los 3 años y la edad media con la que manejan estos dispositivos plenamente es de 5. El tiempo que pasa un niño de media delante de una pantalla es de 3 horas diarias y este dato crece cuando se trata de personas de entre 12 y 17 años. Siguiendo esta tendencia y el uso cada vez más temprano de estas tecnologías, se estima que en los próximos años entre el 80% y el 90% de la población infantil se verá afectada por problemas visuales como la miopía y necesitarán corrección visual. La Organización Mundial de la Salud ha publicado directrices y propuestas que buscan mejorar esta situación: evitar la exposición a pantallas hasta los 18 meses de edad, reducir el consumo a 1 hora diaria hasta los 3 años, fomentar otro tipo de actividades lúdicas y buscar una exposición semanal de 15 horas a la luz natural. Por eso es de gran importancia al papel que los padres juegan en este aspecto, debiendo educar a sus hijos a través de comportamientos saludables y dando ejemplo ellos mismos.