miércoles, 8 de marzo de 2023

Un relato de abuso sexual y acoso laboral en el municipio

En el Día de la Mujer, va la publicación de una agente de Seguridad municipal que tras haber denunciado a un jerarca por abuso sexual, señala que lejos de ser escuchada y contenida por la superioridad vive hoy un infierno laboral. El acusado laboral y penalmente, es el subdirector de Seguridad municipal Gustavo López cuyo caso tomó estado público al ser "escrachado" por el Sindicato de Trabajadores Municipales de Lanús por abuso sexual -porque sigue revistando en la comuna, aunque lo separaron del área en cuestión- tal como lo publicó La Defensa.

   Este es el relato de la agente:

“Mi nombre es Romina Ferreyra y trabajo en Seguridad Ciudadana en el Municipio de Lanús y esta es mi historia:  Ingresé a trabajar al Municipio de Lanús luego de una temporada sin trabajo y con un hijo a cargo 24/7. Estaba feliz porque por fin ingresaba al mercado laboral y tenía relación de dependencia en blanco, acceso a obra social y aportes. Lo que no sabía es que el subdirector de Seguridad Ciudadana, Gustavo Adrián López sería quien intentaría abusar sexualmente de mí. En cuanto ingresé a mi nuevo trabajo como chofer, éste se mostró siempre atento conmigo y mostrando interés por mi bienestar, siguiendo con llamados en horario de trabajo y luego fuera del horario laboral, y citándome por el radio para que fuera al municipio para hacerle de remis. Además de recorrer un cuadrante asignado yo tenía que llevarlo a su casa en Villa Caraza. No podía negarme. Ya lo había hecho argumentando que él dispone de vehículo provisto por la misma municipalidad y además que

esa tarea no correspondía a mis funciones. No sólo fui regañada y reprendida sino que me enviaron a recorrer un par de guardias cuadrantes que son más peligrosos. Eso fue el principio de lo que vino después. López se había tomado por costumbre convocarme en horario laboral  llamándome al celular a unas arterias a las cuales concurría y al llegar para mi sorpresa no ocurría nada y sólo me hacía ir para invítame a salir y decirme "piropos" desde: "Qué buena que estás", hasta: "¡Cómo te entro pendeja!". Seguidamente yo le pedía que la terminara y me dejara trabajar y él se ocupaba de dejarme en claro que él es subdirector y que tenía que hacer lo que me ordenara.

  Decidí no contestar más sus llamados porque ya se tornaba agresivo y le pedí que module por el radio. El radio es un intercomunicador entre todos los móviles, de manera que quien habla lo pueden escuchar de las demás unidades. Se las ingenió para mandarme a llamar para un viaje a comisión, el 28 de julio del año pasado. Me dirijo con el vehículo al playón municipal tal como me solicitó Claudio Romero, supervisor y amigo personal de López. El subdirector ingresa en el asiento del acompañante y me pide que maneje. Le pido el destino y se niega. En cambio da indicaciones con las manos hasta llegar en una zona de fábricas. Se asegura de que no hayan cámaras. Ya nerviosa le insisto en qué era lo que hacíamos ahí, y comienza a tocarme y querer besarme. Me niego y comenzamos a forcejear. Le pido que pare y por un momento para y me da indicaciones a dónde ir y que me tranquilice. No sabía dónde estaba y tenía miedo. Miedo de no saber dónde estás y estar uniformada y salir corriendo a las 3 AM en cualquier dirección. Miedo a él que intentó persuadirme y ofrecerme un mejor puesto laboral a cambio de sexo o "por lo menos chupame la p...”,  y que los beneficios eran grandes y que lo piense bien. No me dejaba arrancar el auto y sostenía el freno de mano. Le pedí por favor que terminara y me dejara trabajar. Una vez más intento recordarme que él era mi jefe y tenía que hacer lo que dijera sino no la iba a pasar bien y comencé a gritarle. Afortunadamente pasó gente caminando y creo se puso nervioso y molesto y me pidió que lo lleve nuevamente al municipio mientras me decía que él sólo quería cuidarme y quería lo mejor para mí.  Lo dejé en el municipio y cuadras adelante estacioné, lloré y grité de impotencia. Estaba tan nerviosa que temblaba. Al rato solamente seguí trabajando y traté de convencerme de callarme y de que "nada pasó" porque tenía miedo de perder mi trabajo.  No tenía opción. A las dos o tres semanas volvió a llamarme y escribirme pero está vez muy sutil, como quien sabe que hizo algo malo pero lo suficientemente cobarde como para disculparse. Traté de hacer de cuenta que no pasó nada y convencer a mi cabeza también. No pude. Cada vez que se me acercaba sentía asco y rechazo.  Intenté hablar con el director Leonardo Lauria quien jamás me recibió hasta que me animé a denunciar penalmente  a Gustavo López y lo puse en conocimiento al director del área, ya mencionado.  También tomaron conocimiento el director general Alejandro Chiaramonte y el subsecretario de Seguridad Ciudadana Daniel Villoldo y contrariamente a empatizar y activar un protocolo de resguardo para conmigo, dudaron de mi palabra tratándome con suspicacia  y me persiguieron laboralmente desde entonces sancionándome arbitrariamente y retirándome la posibilidad de realizar adicionales los días que no trabajaba. Además sufrí acoso laboral por parte de Claudio Romero, amigo personal de López, quien pasó de ser una persona con la cual me llevaba bien a tratarme mal, a gritarme, asignándome autos averiados cuando disponía de una flota con autos en mejores condiciones, cambios de tareas, y pidiendo suspensiones que los ejecutivos de Seguridad Ciudadana no dudaron en aplicarme:  Al la fecha sigo sin tener mi pase de área solicitado desde que realicé la denuncia a la Dirección de Seguridad Ciudadana y negado por todos y cada uno de los miembros ejecutivos. Van nueve meses ya, desde que todo empezó”.

Por supuesto La Defensa está abierta a recibir la versión de los hechos por parte de Lopez, si este considera hacerlo, tal como lo hizo la agente Ferreyra.