jueves, 25 de abril de 2019

Cambiante y vertiginoso

por Marcelo Calvente*

marcelocalvente@gmail.com

A cinco minutos del final de la ida en Córdoba, Belgrano tenía la llave casi resuelta: ganaba 3 a 1, y se relamía con una revancha en Lanús con dos goles de ventaja, donde podría jugar con paciencia y disfrutar de la desesperación de la parcialidad de un equipo al que le había encontrado la vuelta. Los recién descendidos, a partir del nuevo entrenador Julio Constantín, supieron sacar provecho de una falencia que Lanús venía cometiendo: las pelotas aéreas al segundo palo. Con tres cabezazos, Belgrano le metió dos goles en el primer tiempo y el tercero a los 12 del complemento, el resultado era casi una sentencia. El descuento de Quigñón a tres del final, que dejaba a Lanús a tiro de un gol, cambiaba sólo en parte la ecuación. Si en la revancha el Grana seguía sin dar pie con bola y tardaba en conseguir el tanto que lo clasificaba, La Fortaleza iba a expresarse en contra de su equipo. Íntimamente, Belgrano descontaba que Zubeldía no iba a poder solucionar en siete días tanto desconcierto defensivo y por eso cometió el error de salir a atacar en el Néstor Díaz Pérez.
    Zubeldía sabe que Lanús debe incorporar varios futbolistas, tanto como que contratar figuras no va a ser sencillo. Contrariado como se lo ve últimamente, entiende que la línea de cinco defensores que le permitió salvar la situación comprometida en la que tomó las riendas del equipo, en ésta etapa de finales de ida y vuelta dejó de servirle. Por eso no anduvo con vueltas: dejó afuera a Carrasco, Torsiglieri y Belmonte, puso cuatro defensores, a Quignón como único volante central, al Bebe Acosta y a Marcelino iniciando
los ataques como internos, con Lautaro por derecha y Martínez por izquierda, Lanús atacó insistentemente tratando de encontrar al Pepe Sand en posición de gol. “El 4-3-3 tiene una contra: los futbolistas son más identificables, es difícil sorprender con ese sistema, exige un determinado nivel técnico individual que hasta hoy, en algunas posiciones, no hemos conseguido”, dijo después del partido el entrenador de Lanús al referirse a la victoria obtenida con ese dibujo, sin perder el gesto de enojo que viene exhibiendo últimamente.
    Belgrano llegó acompañado por dos mil cordobeses. Tenía todo a favor. Liberado de la presión del descenso, seducido por su tonada y sus palabras sencillas, el mundo Pirata apostó por el nuevo entrenador que salió a atacar, pero se encontró con un rival que  ya no daba las mismas ventajas ni perdía tan fácilmente las marcas. Todo lo contrario: Lanús defendía con mayor concentración, su juego era más profundo y su ataque más constante. Apenas 22 minutos duró la ilusión de la visita: el gol de Quignón, burlando con picardía a su marcador y clavándose de cabeza en el área chica con los ojos bien abiertos para cambiarle el palo a Rigamonti, modificó drásticamente el escenario. Ahora la ventaja era de Lanús.
    Zubeldía había puesto a Tiago como primer marcador central -y resultó ser uno de los puntos altos del equipo - y a su izquierda jugó García Guerreño, también derecho pero con más experiencia en pierna cambiada. Como laterales de proyección la Coneja Gómez y Pasquini, otro de muy buen partido. La figura fue Quignón, hubo un buen aporte de Guillermo Acosta en el armado, escoltado por Lautaro y el pibe Martínez como extremos, ambos un tanto perdidos, y un gran trabajo de Marcelino, más suelto. El público granate comprendió que había que acompañar el intento del joven entrenador que se animó a cambiar en un partido definitorio.
   Belgrano desnudó en La Fortaleza sus limitaciones individuales y colectivas. Impreciso, desordenado e impotente, no le alcanzó con la convicción y fue superado por la mayor calidad individual del local. Es de esto que venimos hablando, de lo cambiante de las rachas, las buenas, las malas, las regulares, todas son cada vez más efímeras. El choque deportivo entre Lanús y Vélez que se viene es el encuentro entre los dos clubes argentinos mejor administrados en los últimos diez años. Porque esto es así de vertiginoso, será fundamental que el Grana confirme de local el buen funcionamiento y la contundencia ofensiva exhibida el sábado último. Enfrente tendrá un rival mejor, que no compite hace quince días, justamente desde el 4 a 0, con el que hay una pica especial, ya que varias de las ilusiones granates de los años noventa rodaron por los viejos escalones de la tribuna de Álvarez Jonte y Reservistas.