lunes, 19 de octubre de 2020

Jauretche: “Cuando muere el zonzo viejo queda la zonza preñada”

por Omar Dalponte*


omardalponte@gmail.com


Pasó el 12 de octubre. Jornada orgásmica para "combatientes" tripulando "tanquetas" de alta gama, féminas enfervorizadas, cobardones agresores de mujeres periodistas, y demás especímenes de la fauna antiperonista cuyos antepasados nacieron allá por mediados del siglo pasado, cuando en aquellas auroras de octubre amanecían el Movimiento de masas más grande de América y la egregia figura del coronel Perón.
Después de aquellos nacimientos el peronismo desarrolló y creció. Por su lado los gorilas y contreras, o sea el antipueblo brutal y sus sirvientes, también se fueron reproduciendo. La Naturaleza, por supuesto, no es perfecta. Así fue que con los "mordisquitos" discepolianos pasó lo que afirmó Jauretche: "Cuando muere el zonzo viejo queda la zonza preñada".
Y llegamos a estos días en que  "libertarios"  edulcorados, mezclados con repúblicos de plazoleta comparten jornadas “heroicas” de sueños desestabilizadores. Como el 12 de octubre pasado, donde huestes sin destino descargaron sus emociones a grito pelado e insultos sin barbijo. Un magnífico corso a contramano coloreado con carteleras por las cuales se demostró una fuerte inspiración literaria con frases como “muera la yegua” y alguna otra que seguramente quedará en el rincón donde se depositan las enormes idioteces del “medio pelo de la sociedad argentina”
En los campamentos peronistas se  juntó mucha bronca porque, si bien es cierto que en sus filas no escasean quienes gustan dar batalla en las calles, la peste condiciona y obliga a cumplir con lo que el gobierno recomienda: Estar en casa para no contagiar ni contagiarse.
El recurso para lograr cierto desahogo ante la provocación fueron lo que llamamos redes sociales, los grupos de whatsapp, y algún otro dispositivo que el pueblo tiene a mano para, por lo menos, purificar un poco sus pasiones contenidas, expresar sus emociones y no ceder a la tentación de salir a la calle a repartir garrotazos. Cosa que alguna vez puede ocurrir como ocurrió en otras épocas. Conocido es el relato de Perón en que se refiere a los 500 garrotes hechos por el gremio de la madera y entregados a los muchachos del gremio de la carne. Pero no salgamos de la actualidad. En las charlas entre peronistas, de celular a celular y de computadora a computadora, se leyeron y aún se leen muchas opiniones. Algunas muy atinadas. Todas muy respetables. La mayoría tenía ganas de dar respuestas contundentes. Y llegó el 17 de octubre. Entonces el  peronismo mostró los dientes. No mordió, pero dió señales de que es capaz de hacerlo. Pasada esta fecha símbolo, en estas horas circula un comentario atribuido a varias primeras espadas con llegada a los altos niveles del Justicialismo. Se estaría evaluando la posibilidad de preparar, “con tranquilidad e inteligencia”, políticas orgánicas y efectivas como respuesta a la escalada de provocaciones que, amparándose en las limitaciones que la pandemia impone al oficialismo, viene realizando el macrismo con claros fines destituyentes.
Esta posibilidad surgió debido a que dirigentes criteriosos habrían puesto el oído en reclamos provenientes de bases militantes con capacidad de movilización, cansadas de la prepotencia neoliberal que avanza en la “mojada de oreja” frente a un pueblo maniatado por la pandemia. En principio se habla de como poner al Partido Justicialista en movimiento a fin de que, en tanto institución de la Constitución con millones de afiliados diseminados por todo el territorio nacional, cumpla con su rol de dispositivo político para la defensa del gobierno nacional atacado vilmente por el macrismo convertido en ariete de los monopolios. Según refieren algunos calificados dirigentes cercanos al presidente, la decisión de solicitar se ponga en marcha al PJ está en línea con el discurso pronunciado por Alberto Fernández en los primeros días de octubre de 2019 en su visita a la sede partidaria. En aquella oportunidad exhortó a la dirigencia pejotista a movilizar al partido como soporte y control de la gestión que habría de realizar en caso de asumir la presidencia de la Nación.
Otra de las inquietudes que se ponen sobre el tapete es la organización del Frente de Todos como expresión política con ámbitos de conducción en cada distrito para que la militancia de base tenga referencias locales donde volcar iniciativas, debatir propuestas, tener la posibilidad de que sus voces sean escuchadas y encontrar orientación y colaboración para los trabajos políticos barriales.Los problemas políticos se resuelven con política y la política requiere acción y contacto con el pueblo. El palabrerío por twitters puede ser cómodo para la politiquería de gabinete, pero absolutamente inofensivo para sostener un proyecto político de envergadura y apuntalar una gestión de gobierno.
Tanto el Partido Justicialista en todos los niveles, como el Frente de Todos, deben ser muros de contención contra las agresiones a nuestras máximas figuras, y solidarios con muchos de nuestros compañeros aliados a quienes se los ataca sistemáticamente como es el caso de Carlos Heller, Leandro Santoro o Leopoldo Moreau, por ejemplo. En síntesis: Dos estructuras de tal magnitud tienen la obligación de marcar rumbos, no perder iniciativa política y plantarse frente a la sociedad como instrumentos constitucionales con capacidad y fuerza para bajarle los humos a quienes no aceptan su derrota electoral y procuran destituir por medios autoritarios y violentos al gobierno elegido por el pueblo.
Ni pensar en judicializar los conflictos con los enemigos. Eso es como darle de comer a perros que luego saltarán a la yugular de quien los alimenta de buena fe. Ante las agresiones sin sentido, que en cada oportunidad se tornan más virulentas, hay que pensar y oponer acciones políticas que pongan a los agresores en su lugar. Esto no es un minué entre príncipes y princesas. Es disputa política donde se juegan intereses muy diferentes. Los que favorecen al pueblo y los que defienden los eternos saqueadores de la Patria.
El peronismo tiene número y herramientas como para no dejarse atropellar. Hay que hacer valer ese capital. El 17 fue un gran grito peronista. Dimos nuestro presente.
Alberto hablô. Habló como presidente de TODOS los argentinos. No de una parcialidad. Tiene que ser mesurado. Pero los peronistas, como parcialidad provocada, puede no serlo. Se entiende?

    (*) De Iniciativa Socialista