sábado, 9 de enero de 2021

Las luchas de los obreros aceiteros de ayer y de hoy por el control obrero

por Lisandro Martínez*

  En 1942 mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, la Argentina abastecía el mercado mundial con carne, harinas y también con su naciente industria del aiceite, entre otras que abastecían al mercado internacional.
  Entoncws, el puerto de Rosario, en Santa Fe, estaba a meses de ser nacionalizado debido al fracaso de la actividad concesionaria privada que impedía a las patronales exportadoras un desenvolvimiento más ágil, acorde a la demanda producida por la guerra. En ese escenario de superproducción se desenvolvió entre febrero y marzo, una larga huelga por los bajos salarios en la fábrica aceitera Bunge & Born.
   Desde hacía varias semanas Filadelfio Vergara, Alberto Chacón, Eliseo Carli y Dámaso Martínez, obreros de B&B, junto a Pascual Aranjuazu Rojas del PCA, venían conversando la necesidad de fundar el Sindicato de Aceiteros de Puerto San Martín/San Lorenzo. Para eso se reunían en la casa de Felipe Mordini, en General López 1998, donde el dueño les cedía la cocina. Durante la reunión cada uno informaba sobre opiniones y posiciones diversas de las distintas secciones de la fábrica en cuanto a la necesidad de lanzar una huelga por un aumento salarial del 50% (de $4 a $6 por día).
  Con todos los preparativos en marcha, una comisión fue a Rosario para imprimir una declaración de 1500 ejemplares para repartir en San Lorenzo explicando que el aumento

salarial era una causa justa que beneficiaría a todo el pueblo.
  Posteriormente se descubrió que un integrante de la Comisión de Impresión era un infiltrado de la patronal, quien en el fragor de la huelga fue citado a una reunión en la estación ferroviaria y con la ayuda del jefe de la estación de apellido Lugones, fue enfardado y enviado en un carguero del ferrocarril a una lejana provincia del norte.
  Cuando YPF se instaló en la región en 1938, fue la señal de la importancia que comenzaba a adquirir el enclave portuario y fabril, donde B&B además de la aceitera tenía varios molinos harineros. La región era una plataforma en desarrollo estratégico de exportación al mundo ya que la acumulación de órdenes de trabajo había disparado la producción de bienes.
   El núcleo más comprometido del activismo pretendía junto a las luchas reivindicativas fundar un sindicato que garantizara los reclamos fabriles y le pusiera freno a la patronal. En esas circunstancias se decidió un día de febrero convocar en los portones de la Aceitera de Puerto San Martín, a las 5 de la mañana, un piquete de más de dos docenas de compañeros para garantizar y reforzar la voluntad general de no ingresar a la fábrica y parar la producción hasta obtener el 50% de aumento salarial. Nadie ingresó pero la chimenea seguía con su humo dando el falso informe de que la planta estaba produciendo. Parte del piquete de convencimiento ingresó al establecimiento y fue directo a la sección calderas donde hubo que "convencer" a un recalcitrante colaborador patronal de apellido Bonati.
   El piquete iba de éxito en éxito hasta que el ministro de interior de la nación, Miguel J. Cuciliatti, antiguo abogado, empleado y colaborador de B&B, ordenó a la policía montada de Rosario enviar varios escuadrones de cosacos para disolver el piquete de puerta de fábrica e imponer nuevamente el orden.
    A esta lucha se sumó la Comisión de Mujeres, quienes levantándose las faldas a mitad del muslo pudieron saltar las zanjas que dividían la calle de tierra de la vereda de la fábrica, evitando con su presencia física que la represión no fuera más intensa. No obstante el saldo fue de varios heridos y en los enfrentamientos fueron detenidos 12 trabajadores, entre ellos la dirección de la huelga quienes fueron trasladados a la comisaría del pueblo. Como la huelga no cedía luego de dos semanas, Martínez esposado fue trasladado a la gerencia de la aceitera para que firmara un acta dando por finalizada la huelga y así quedarían en libertad, aunque despedidos los dirigentes. Ya en la gerencia se produjo otro episodio de la resistencia cuando quien debía firmar se dirigió a los grupos de obreros, instándolos a continuar el paro de actividades hasta obtener todos los reclamos. A todo esto en la comisaría varios de los presos habían comenzado una huelga de hambre por el aumento del salario y por la libertad de todos los compañeros. En esos días hubo movilizaciones de más de un centenar de obreros y familiares reclamando por la libertad de los detenidos.
   A los 20 días, ya efectizado el despido de quienes acaudillaron la huelga, la patronal decidió “para retomar un clima de paz”, dar el aumento de salarios y solicitar la libertad de los 12 detenidos.
  Por el denso clima persecutorio que se vivía en el pueblo, los dirigentes caracterizados como comunistas, se escaparon del pueblo cada uno por su lado en las sombras de la noche, desperdigándose por distintas provincias del norte del país para evitar males mayores, porque si eran hallados estaban destinados a la golpiza policial ejemplificadora. Martínez se refugió en el Chaco Santafecino durante semanas hasta que viajó a la capital federal.

De aquella epopeya a este triunfazo
En diciembre de 2020 el sindicato de Aceiteros de CABA, Buenos Aires, Rosario, San Lorenzo y otros lugares, junto al Sindicato de Urgara, con piquetes en los portones de fábricas durante 21 días, impusieron un sueldo básico e inicial de $93.600, un bono Covid para los trabajadores esenciales de $90.000 pagadero en 10 cuotas. Un presentismo de $1.000 para todos y una suma no remunerativa de $70.000 para cada obrero que esté bajo el convenio de aceiteros.   
Este triunfo marca un antes y un después y anticipa que en las próximas luchas los trabajadores y el pueblo impondrán la satisfacción de todos sus reclamos utilizando las históricas herramientas: asambleas, programa de lucha, movilización y piquetes.
Hoy más que nunca
Viva la lucha obrera. Fuera el FMI y sus gobiernos.
Apertura de las paritarias de todos los gremios.


   (*) Del Partido Obrero Tendencia