miércoles, 9 de diciembre de 2020

La eterna discusión

por Marcelo Calvente


marcelocalvente@gmail.com


La decisión se tomó mucho después del 20 de marzo de 2020. Esa tarde el presidente Alberto Fernández anunció oficialmente el inicio del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio en todo el país. La primera fecha de la Copa Superliga se había disputado el 16 de ese mismo mes, estaban decididos la enorme mayoría de los equipos clasifica


dos a las copas continentales -restaba definir un solo cupo a la Libertadores 2021- y por entonces la vuelta del fútbol en todo el mundo era una verdadera incógnita. A medida que el tiempo fue pasando, mientras el mercado de pases seguía inmóvil, los clubes permanecían cerrados y los elevados costos operativos recibían el respaldo gubernamental, que se hacía cargo del 50% de los sueldos de los trabajadores del sector privado, se observaba por TV la grave situación sanitaria que asolaba a los principales países del hemisferio norte, mientras  la pandemia empezaba a desplegar su garra mortal sobre el resto del planeta. Los meses transcurrían y la vuelta del fútbol, un problema menor ante la tragedia inminente, era un interrogante sin respuesta.
   Lanús, aunque el mercado de pases no se movía, como siempre necesitaba vender para equilibrar sus finanzas. Varios futbolistas argentinos a los que se les vencía el vínculo, anoticiados por sus clubes de que ya no habría contratos en dólares, partían en busca de otros horizontes. Auzqui, Muñoz, Rossi y Pasquini ya no estarían a las órdenes de Zubeldía, que pedía un esfuerzo para retenerlos. El único que no se iba era el Pepe Sand, que cumplía 40 años y anunciaba su porfiado plan de retirarse en la cancha vistiendo la camiseta del club, mientras su representante iniciaba las negociaciones exigiendo contrato hasta ¡diciembre de 2021! Ese pasó a ser el principal desvelo del presidente, que escuchaba a su paso el desarticulado “Pepe, Pepe” que un buen número de hinchas de mirada vidriosa viene repitiendo como única preocupación desde principios de 2018, cuando el goleador abandonó el club -teniendo contrato vigente por seis meses más- para ir a ganar más dinero al Deportivo Cali, luego de intentar por todos los medios conseguir que Lanús iguale la oferta recibida. Por su partida, hinchas e incluso socios del club insultaron a grito pelado al presidente que había llevado Lanús a ganar tres títulos a nivel local y disputar por primera vez en la historia una final de Copa Libertadores, que con justicia ganó el Gremio de Porto Alegre tras superar al Granate en los dos partidos. En ese estado de cosas, a nadie con dos dedos de frente podría ocurrírsele que Lanús comenzara la búsqueda de refuerzos para suplantar a los que se habían ido.
     Tres acontecimientos se destacaron en los meses de quietud absoluta por la pandemia que siguieron: el 15 de julio, después de varias negociaciones en las que el presidente trataba de disminuir los costos de las exigencias extorsivas de un representante que sabía que la otra parte estaba obligada a ceder, Sand firmó su vínculo con el club hasta junio de 2021. La dirigencia pretendía renovar por seis meses. El veterano goleador, por un año y medio más. Y partieron diferencias. El acuerdo llegó tras aceptar la llegada del arquero Lucas Acosta, también del representante de Sand, dos años sin jugar por estar en conflicto con Belgrano. Por las condiciones que mostró en el único partido amistoso, quedó establecido que el arquero titular de Lanús será Lautaro Morales, el chico que atajaba en la tercera. Para que todo no sea un bochorno demasiado visible, el club se desprendió de Matías Ibáñez y varios arqueros juveniles. El contrato de Lucas Acosta, según lo anunció el propio club, es por tres años y hay que cargarlo a la cuenta de la extorsión con que el 9, su representante y la mayoría de los hinchas de Lanús someten a su propio club en la figura del presidente y el DT, al que no le queda otra que decir que le encanta el juego de Sand…
    Una sorprendente noticia le puso fin al panorama institucional desolador durante el séptimo mes de cuarentena, cuando el retorno del fútbol, que en algunos países del continente daba sus primeros pasos, en la Argentina todavía no estaba a la vista: el 22 de septiembre Marcelino Moreno fue transferido al Atlanta United de la Mayor League Soccer por una cifra cercana a los US$ 7.000.000. Y otra noticia más sorprendente aún se conoció cuatro días después: Lautaro Valenti, defensor central de 21 años, tras 29 partidos disputados en la primera granate, pasó al Parma de Italia en una operación de venta parcial, que en caso de cumplir las exigencias deportivas se terminará cerrando en cerca de ocho millones de euros. Valenti, vale la pena recordarlo, fue el único futbolista que en pleno partido se rebeló al maltrato que José Sand suele dispensarles a sus compañeros. El otro que meses antes lo había enfrentado en los vestuarios, el Bebe Acosta, debió rescindir su contrato y volver a Tucumán por exigencia del goleador.
    Fue entonces que, partiendo de la decisión que la AFA había tomado el 27 de abril de dar por terminada la temporada y suprimir los descensos, la conducción del club le comunicó al entrenador la decisión de no incorporar y asumir los compromisos del semestre con los jugadores del club, con la clara intención de darles el mayor rodaje posible ante las anómalas circunstancias. Zubeldía, que en principio estuvo de acuerdo, quiso traer a Emanuel Brítez, un defensor de Rosario Central con antecedentes de indisciplina, pero la conducción se mantuvo firme y a partir de entonces el DT se dedicó a trabajar sin descanso con el plantel, pero con algunos signos de malestar en varias de sus declaraciones públicas.
   La secuencia explica las decisiones que se tomaron, que en principio algunos simpatizantes resistieron, pero que las apariciones de varios jóvenes con futuro, como Lautaro Morales, Matías Pérez, Brian Aguirre, Julián Aude, Facundo Pérez y Gonzalo Torres; sumado a la consolidación de otros como Belmonte, Lucas Vera, De la Vega, Orsini y Franco Orozco, pese a la marcha irregular exhibida en los dos torneos, bastó como para estar a punto de clasificar a la Zona Campeonato de la Copa Diego Maradona, objetivo que el domingo se escapó de las manos, a días de enfrentar a Independiente por cuartos de final de la Copa Sudamericana 2020, parecen ser argumentos de sobra como para creer que se hizo lo correcto.
   La discusión es eterna: creer que la contratación de un jugador que  Lanús pueda pagar resulte más conveniente que los muchos que para cada puesto y con sus respectivas características se forman en el club, es un planteo infantil, casi absurdo, pero que los hinchas compran y por lo tanto, los periodistas ofrecen.