sábado, 10 de noviembre de 2012

Y el mundo sigue andando...


por Omar Dalponte* 

nuevospropositos@hotmail.com

Pasó el día 8 de noviembre y el mundo sigue andando igual que antes. Ni mejor ni peor. Tal como lo dijimos, después de la importante concentración opositora al gobierno nacional la presidenta sigue y seguirá habitando la Casa de Gobierno. Es demasiada la solidez del kirchnerismo en el poder para que nadie pueda pensar que una manifestación, aunque numéricamente sea para tener en cuenta, pueda producir la huida al estilo de De la Rúa en el año 2001. Los helicópteros, en la Argentina de hoy sirven, entre otras cosas, para que la presidenta vaya de un lugar a otro a inaugurar obras. 
Entre la enorme cantidad de comentarios que se hicieron después de la movilización realizada el caluroso jueves pasado por un sector de la sociedad, hemos escuchado algunos verdaderamente disparatados. No precisamente por parte de las personas que participaron en ella que, naturalmente, se sienten hacedores de una jornada heroica en su cruzada contra el kirchnerismo. Ciertos periodistas, que creyeron ver una gesta histórica sin precedentes en este acto que, como cualquier otro, dentro del marco de la democracia puede efectuarse con absoluta libertad en nuestro país, leyeron el episodio como un hecho extraordinario. Y la pifiaron de lo lindo. 
Alarma que profesionales como Máximiliano Montenegro -por citar un caso- en su programa Plan M, emitido el viernes 9 del corriente en Canal 26, haya afirmado que este desfile de las clases acomodadas no tiene precedentes en nuestra historia. Independientemente de la poca
importancia de tal afirmación, pues en realidad no la tiene, sería bueno que quienes tienen la posibilidad de comunicarse masivamente con la sociedad por lo menos lo hagan con información adecuada y sin agrandar ni deformar las cosas innecesariamente. Nuestro amigo periodista ignora, o le conviene ignorar, que en materia de presencia de multitudes en las calles no hay nada nuevo bajo el sol. Basta leer un poco sobre las grandes concentraciones políticas en la Argentina para comprobar que en muchos momentos de nuestra historia, con resultados diversos y en circunstancias diferentes, distintos sectores produjeron actos masivos de mucha mayor trascendencia que el ocurrido la semana pasada. Algunos de esos actos cambiaron el curso de la historia. El protagonizado por gran parte del pueblo trabajador el día 17 de octubre de 1945 es una de las muestras más claras. Otros, con una carga de odio semejante a la que pudimos observar alrededor del obelisco y en otros lugares del país el jueves 7 de noviembre,en su momento ilusionaron a la oligarquía y sus alcahuetes y no fueron mucho más que hojarasca al viento. La Marcha de la Constitución y la Libertad, profundamente antiperonista, realizada el 17 de septiembre de 1945, es un nítido ejemplo. Lo que apareció como una fuerza arrolladora en aquella lejana primavera fue sepultada un mes después en un octubre que abrió el camino al bienestar del pueblo. Mas tarde esa ilusión oligárquica sería derrotada en las urnas por Juan Perón el 24 de febrero de 1946. ¿Ocurrirá algo parecido dentro de un mes? ¿Que sorpresa electoral deparará el destino a quienes hoy piensan que tomaron a Jesús por la barba?. 
Seamos sinceros. Si bien es cierto que uno no puede descartar que algunos de los asistentes a las marchas antikirchneristas del jueves pasado tal vez no tengan demasiadas malas intenciones, lo cierto es que la inmensa mayoría participó cargada de odio con el firme propósito de avanzar en la escalada por el derrocamiento del gobierno nacional. Digamos también que en la organización tuvo mucho que ver el grupo Clarín, la derecha conservadora con el macrismo a la cabeza y que parcelas de la oposición política partidaria con radicales reaccionarios, “socialistas” amarillentos, el trotskismo de cotillón y alguna otra figurita, acompañaron servilmente a lo que en definitiva fue una movida contra el proyecto nacional y popular y muy especialmente contra la presidenta de la Nación. Por supuesto todo lo hecho contó con un fuerte respaldo económico que no pasa desapercibido ni para el ser más desinformado. 
El sentimiento de la mayoría de los que concurrieron a los distintos momentos del jueves pasado está perfectamente reflejado en la trompada a traición que recibió un trabajador de la prensa, en los empujones a periodistas -particularmente a mujeres- que no agradaron a los manifestantes y en los gritos agraviantes hacia Cristina Fernández. Que no se quieran vender como democráticos quienes haciendo uso de plena libertad para expresarse agreden de hecho y de palabra a todo aquel que no piensa de la misma manera ni informa como a ellos les gustaría. Los cagatintas que alguna vez pusieron el grito en el cielo por unos dichos del muy nuestro Fito Paez, hoy no dicen ni mu ante el golpe trapero que un cobarde le pegó a un laburante. Así son estos tipos. 
Una de las consignas para la convocatoria a la marcha que comentamos fue: con 8 de noviembre no habrá 7 de diciembre. Traducido quiso decir: el 8N es para impedir la democratización de los medios de comunicación. 
Los cortes de luz y la falta de agua en días de calor intenso no han sido accidentales ni por casualidad. No creemos en esas casualidades. Y tampoco se nos escapa que mientras la basura tapó la ciudad de Buenos Aires y alrededores, nadie de la oposición se preocupó en señalar la ineficiencia e irresponsabilidad de Mauricio Macri que en medio de un formidable caos prefirió fotografiarse con un conjunto musical. El pueblo y el antipueblo ocupan veredas diferentes. Esto, cada día es más evidente. Cada quien, en esta etapa que se aproxima, sabrá ocupar el lugar que prefiera, pero lo que sí debe quedar muy en claro es que hay un gobierno en funciones con la legitimidad que le otorga el fuerte respaldo electoral recientemente obtenido. También habrá que asumir que este gobierno, pese a quienes no le guste, cumplirá su mandato y que aún faltan tres años para que el mismo finalice. Todo el mundo tiene derecho a opinar lo que desee. Pero además tiene el deber de respetar la voluntad popular mayoritaria que, sin ninguna duda, respalda al gobierno nacional. Por lo demás, bueno...el mundo seguirá andando. 
  (*) De Iniciativa Socialista