Los comerciantes de la avenida de Julio -por poner un ejemplo- pagan fortunas de impuestos y de alquileres, nada más que para tener el derecho a trabajar. Y reciben a cambio cortes de luz permanentes, inundaciones en cada lluvia, roña, veredas deshechas desde hace años y encima soportan la competencia de vendedores callejeros a la puerta de sus negocios, como subproducto de la politiquería y de la coima.
Ayer diluvió, y los vecinos de todo el distrito vivieron la realidad de una ciudad colapsada. Pero claro: ¿Cuántos de los que cobran para mejorar la vida de Lanús, viven en Lanús?
Un día vamos a pasar lista.