lunes, 25 de febrero de 2013

Lanús no es ninguna joda


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Mentiría si negara que esperaba una victoria más abultada que el exiguo 1 a 0 con que Lanús derrotó a Vélez por la tercera fecha del Torneo Final, el sábado por la noche en La Fortaleza de Arias y Guidi. Es que un mínimo análisis de las circunstancias que condicionaron el enfrentamiento anunciaba una victoria más contundente de Lanús, sobre todo teniendo en cuenta que el adversario presentó un equipo absolutamente de reserva, e incluso cambió al arquero. Insólitamente, ni siquiera ninguno de sus figuras ocuparía un lugar en el banco de suplentes. El Tigre Gareca, sabedor de que el fútbol late con el corazón de la opinión pública, evaluó detenidamente los escenarios que el compromiso le ofrecía, comprendió que el presente futbolístico de su rival era una fiesta, y decidió concurrir a ella en carácter de invitado, dejando de obsequio una torta que en su interior contenía una bomba activada, lista para explotar.
Vélez no venía bien. El arranque de la doble competencia lo encontró con muchas dudas. Por la Libertadores con derrota en Guayaquil ante el Emelec, y victoria de local ante el débil Deportes Iquique chileno, el último miércoles, tres días antes del choque con Lanús. Por el Torneo Final debutó con victoria afortunada y apretada en La Paternal ante Argentinos, y siguió confundido y sin ideas en la derrota de local ante Independiente. Para colmo, en Lanús debía disputar su quinto partido en 16 días. Tal vez Gareca comprendió que una derrota aplastante de su once titular ante un empinado candidato al título como el Grana golpearía el ánimo y la confianza del
plantel y despertaría las primera críticas de sus parciales. Resulta muy significativo que un entrenador de su nivel no apelara al recambio en el partido de local ante el Iquique, un elenco de nivel inferior en el que juega el ex Lanús Rodrigo Díaz, poco menos que un ex jugador. Tal vez Gareca se hizo el sota, y ante los chilenos puso todos sus titulares a propósito, para eximirse del compromiso de jugar mano a mano con el puntero, no otorgarle además la ventaja del desgaste y el trajín que los suyos tienen a cuestas, y de esa forma esquivar las consecuencias de un posible resultado adverso y abultado. Gareca se preservó y preservó al plantel, y cualquiera puede decir que le salió bien, ya que con los pibes hizo partido. Pero llama la atención que ninguno de sus dirigidos manifestó públicamente sus deseos de estar en cancha ante Lanús, nadie dijo “peleamos en todos los frentes”, nadie dijo nada. Tampoco deja de sorprender que una institución que tiene presupuesto para la doble competencia permita que el entrenador resigne uno de los dos o tres objetivos en la tercera fecha, cuando nada todavía terminó de empezar. Si esto es así, hay que reconocer que Gareca es un tipo bravo. Retiró a su ejército pero mandó a combatir a un regimiento de cadetes. El Tigre buscó sorprender, la torta no paraba de hacer tic tac...
Barros Schelotto se encontró con una situación inesperada y difícil de resolver: Enfrentaría a un equipo conformado por mayoría de futbolistas casi desconocidos y con escasa experiencia en primera, jóvenes seguramente capaces como los que suele formar Vélez, y sus dirigidos ignorarán casi todo acerca de los rivales que tendrán que vencer. Si los pibes de Vélez corriendo y metiendo pueden sostenerle el partido sin recibir un gol en contra tempranero, el tiempo de juego correrá a su favor de manera progresiva y paulatina. 
Los primeros quince minutos de partido fueron muy peleados, sin llegadas claras, y por primera vez en lo que va del año, Lanús por momentos pareció perder el rumbo ofensivo, la precisión en las sesiones y hasta la concentración. Guillermo había decidió reemplazar a Pizarro con Junior Benítez, pero el pibe no se sintió cómodo lejos de la línea de banda, y su desconcierto contagió al resto. Regueiro se fastidió, Ayala se mostró dubitativo, y Lanús empezó a tirar demasiados pelotazos frontales. Como Vélez no lo pudo aprovechar, los cuatro del fondo granate empezaron a empujar, el Pulpito González se animó a manejar los hilos, y a los 36' recibió una pelota en tres cuartos, metió un lindo pase frontal a lo Checho Batista para Blanco, que de espaldas al arco demostró que si bien le falta rigor para el cuerpo a cuerpo le sobra técnica para ensayar una media vuelta con pase para Romero en el punto penal, mano a mano con Sills, y el cordobés recuperó el encanto de sus enganches en el área, donde los defensores se suelen despatarrar seguido, y también la frialdad para definir: Tres jugados, tres goles convertidos. En los últimos quince de la parte inicial, Vélez empezó a luchar con sus limitaciones ofensivas, pero por momentos apretó.
El Mellizo no se aferra a códigos de procedimiento: No pudo Junior, la chance de jugar 45 minutos fue para Chávez, y el Pochi sí estuvo a la altura, y en el balance final, junto al imbatible Marchesín, que bien puede soñar con el Mundial de Brasil, el Cali Izquierdoz -de gran segundo tiempo- y el crecimiento del Pulpito y de Romero, más los del fondo, Lanús impuso superioridad entre los quince y los treinta del complemento, pero no lo pudo cerrar con otra conquista que claramente mereció, y como suele ocurrir, al final lo sufrió mas de la cuenta. El técnico granate supo advertir la trampa de su oponente, que le dejó la responsabilidad de facturar tantas ventajas, una de las cuestiones que más suele complicar a los favoritos cuando son locales. Lanús pudo desactivar la bomba de Gareca y sumar la tercera victoria en tres presentaciones, ocho goles a favor y el arco invicto. Guillermo fue el que apagó el reloj.
Mentiría si negara que el trámite equilibrado del partido resultó un alivio para varios que sospechamos que estamos ante un gran momento de Lanús, que las diferencias que está marcando el equipo en la cancha son muy profundas, que el horizonte se ofrece auspicioso y despejado a la vista, y que sin embargo no nos queremos aventurar en los sueños, como si temiéramos que en cualquier momento la luz de la cámara se va a apagar, y que alguien de la producción va a anunciarnos que se trataba de una jodita de Tinelli. No señor. A medida que sigue sumando de a tres, más nos vamos convenciendo que el equipo del Mellizo no es ninguna joda.