miércoles, 29 de enero de 2014

Cómo nace un relato

por Victor Lopreiato*

Hace unos días, me encontré con un viejo amigo, y mientras tomábamos un cafecito -rico pero muy caro- en un pintoresco barcito de la ciudad de Lanús, me contó una historia interesante. Mi amigo, siempre se destacó por tener una lectura muy clara de la realidad, y una delicada y nutrida expresión utilizando fábulas, o anécdotas para ilustrar la situación, y así, poder entender lo que quiere transmitir y la historia que me contó, decía más o menos lo siguiente:
 Un grupo de científicos, hace unos años, colocó cinco monos en una jaula. En el centro del encierro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía esa escalera, para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Por lo tanto, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo golpeaban, para evitar el chubasco. Pasado algún tiempo, ningún mono se atrevía a subir esa escalera, a pesar de la tentación que ofrecían las bananas. Es en ese momento que los científicos sacaron uno de los
monos originales y pusieron a un mono nuevo, y lo primero que hizo fue subir la escalera, y fue rápidamente bajado por los otros monos, quienes le propinaron una tremenda paliza. Después de varias palizas recibidas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué, de semejantes golpizas. Luego, un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer mono sustituto, participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear. Con el cuarto pasó lo mismo y, finalmente, el quinto de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentaban subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.”
  ¿Te suena conocido -me preguntó mi amigo-? Esto es lo que se conoce como la construcción de un relato, las cosas suceden y la gente no siempre tiene la explicación adecuada, y luego se fue, satisfecho por haber visto mi interés en esa historia.
Concluyendo, esta es la imagen que muchas veces vemos por televisión, o leemos en los diarios, sobre jóvenes y no tan jóvenes, que cantan enfervorizados, embanderados, que son los soldados para la liberación, y otras consignas que no siempre están debidamente fundadas, y deberíamos como sociedad, preguntarnos por qué nos seguimos “golpeando” y, por qué estamos haciendo las cosas de una manera, si tal vez analizándolas y debatiéndolas respetuosamente, las podríamos hacer de otra y el resultado quizá sería mucho mejor, pero no estaríamos generando un relato, eso quizá seria, algo así como, la planificación de una política de estado.