martes, 13 de enero de 2015

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad 

Los salarios volvieron a perder la carrera contra los precios en noviembre y habrían finalizado el año 2014 con una importante contracción en términos reales. Según las estimaciones oficiales dadas a conocer esta semana, el nivel general de salarios de la economía se incrementó nominalmente un 1,6% con respecto a octubre y un 33,9% con relación al mismo mes de 2013. Estos datos muestran una moderación de la caída del poder adquisitivo en el margen (-0,2% mensual), producto de la desaceleración de la inflación por debajo del 2% en el tramo final de 2014, aunque en la comparación interanual el deterioro trepó al 4,7%, considerando un alza de los precios minoristas todavía cercana al 40%.
Con esta nueva pérdida del poder adquisitivo se profundizó una tendencia que lleva ya tres años, acumulándose una disminución de casi 6% desde 2011, último año en verificarse una mejora del poder de compra. Más aún, la disminución de los salarios en términos reales durante el año pasado fue la mayor desde el traumático abandono del régimen de Convertibilidad, retornando a los niveles que presentaban entre 2007 y 2008, a comienzos del primer mandato de Cristina Fernández, e inferiores a los del año 2001. Obviamente, la mayor diferencia respecto de aquel conflictivo año, previo a la mega devaluación del 2002, corresponde a los niveles de empleo, observándose actualmente una tasa de ocupación del 41,3% que (si bien resulta la menor de los últimos ocho años) es claramente superior al 34,5% de 14 años atrás.
Dada la negativa experiencia del 2014, la apuesta oficial para 2015 pasa por eludir cambios
bruscos en el tipo de cambio que permitan mantener a raya la inflación, evitando una fuerte corrección de los salarios reales y una nueva baja de la actividad agregada, que según estimaciones privadas habría promediado entre un 1,5% y 2% el año pasado.
Si bien actualmente un escenario de crisis resulta poco probable, se sigue esperando un contexto estanflacionario, con problemas en el mercado de trabajo. Adicionalmente, en 2015 la disponibilidad de dólares seguirá siendo la variable clave, por lo que el escenario macroeconómico continuará dependiendo de si se accede o no a financiamiento externo, independientemente de lo que finalmente pase con los denominados “holdouts”. Sucede que no se esperan grandes cambios en el frente fiscal, luego de un año 2014 en el cual continuó profundizándose la brecha entre los ingresos y los gastos gubernamentales, financiada mayormente con emisión monetaria.
A modo de ejemplo, pese al repunte reciente de la recaudación tributaria (que creció un 42,8% interanual en diciembre), la dinámica del gasto público requirió de una fuerte asistencia del BCRA al Tesoro en el último mes del año, dando cuentas de la magnitud del desequilibrio fiscal. En diciembre, la emisión de pesos para asistir al gobierno sumó $33.000 millones, acumulando en 2014 más de $161.500 millones, siendo la principal responsable de la expansión monetaria del año, por $85.400 millones (22,6%).
El aumento de la Base Monetaria durante diciembre, de $53.400 millones, implicará ahondar los esfuerzos en materia de esterilización si se pretende reducir la cantidad de pesos en circulación, en un contexto de falta de dólares. Tal como demostró el BCRA en su licitación de Letras de esta semana, a través de la cual absorbió $6.200 millones, este punto parecería estar en la agenda de las autoridades, aunque la cantidad de pesos retirada del mercado representa sólo una décima parte de la emisión de diciembre, lo cual demuestra el desafió en materia de esterilización que enfrentará el gobierno este año, en caso de no acceder a financiamiento externo.
En un año electoral como 2015, prevemos que el gobierno intente impulsar la actividad agregada a través de un incremento del gasto público, lo que llevaría el déficit financiero cómodamente por encima de los 6 puntos del Producto. Claramente, los escenarios serían muy diferentes de acuerdo a la forma de financiar ese déficit, ya sea con más deuda externa (en caso de conseguir cierto acceso a financiamiento) o con más deuda intra-sector público y emisión monetaria (de no contarse con fondos frescos).
En la medida que se logre algún tipo de financiamiento externo (aún por vías poco convencionales, como el swap de monedas firmado con China a fines de 2014), el gobierno intentará seguir retrasando el tipo cambio y moderar las restricciones a las importaciones, suavizando la caída del nivel de actividad y manteniendo la inflación en niveles inferiores a los de 2014. En contraposición, sin ingreso de dólares, un mayor deslizamiento del tipo de cambio sería inevitable, la inflación se reaceleraría y la pérdida de reservas obligaría a sostener las restricciones a las importaciones, todo lo cual llevaría a escenarios de tensión, con una nueva caída de la actividad agregada. La moneda está en el aire y los márgenes de error resultan aún demasiado grandes.