miércoles, 22 de julio de 2020

Lanús de ayer, Lanús de hoy, Lanús de siempre…

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

Vivimos horas difíciles. Lo sabemos los casi cuarenta y cinco millones de habitantes a quienes soporta esta dolorida Argentina. Pero no podemos sumergirnos en la depresión autocondenándonos a existir cubiertos con un manto de desesperanza  en un clima con permanente olor a muerte. Tenemos un hermosísimo país. Hay mucha vida por delante, amores, afectos, familias y amigos para amarlos y cuidarlos. Y por respeto, apego y agradecimiento  a la vida nosotros mismos  debemos  cuidarnos  y mantenernos de pie con orgullo y dignidad. Y esto no se hace entre lamentos ni bajando los brazos. Se hace con voluntad, con carácter, con amor y con patriotismo. Claro!..ustedes, queridos lectores,  dirán como se hace para sentir amor y poner buena voluntad y patriotismo cuando en nuestro país abundan oleadas de odio y vemos que la miseria campea en muchos sectores de nuestra sociedad. Es difícil. Pero es posible. Se logra con decisión, con coraje, recurriendo a la memoria y aprendiendo de  los grandes ejemplos, recordando a quienes no vacilaron en dar sus propias vidas por defender nuestra soberanía, nuestra libertad y por que tengamos una vida que merezca ser vivida. La línea histórica que trazaron San Martin, Belgrano, Dorrego y grandes hombres y mujeres que nos dieron Patria, permanece intacta y está a nuestro alcance para que la sigamos prolongando y enriqueciendo. En esa línea están siempre presentes nuestros mártires y nuestros maestros que nos reclaman compromiso y valentía. Por ello y por muchas otras cosas es que debemos militar la causa nacional. Reclamando, no mendigando. Hablando en voz alta y no con el susurro de los cobardes. Es verdad que a veces, ante la mediocridad, el egoísmo y la falta de ética de propios y ajenos nos invade una sensación de asco difícil de superar y podemos caer en el error de creer que todo está perdido, renegar hasta de la propia madre que nos parió y refugiarnos, como
dice el antiguo tango,  “en el viejo almacén donde van los que tienen perdida la fe”.  
Pero eso inevitablemente nos convertiría en seres quebrados, condenados a una existencia sin aromas ni colores. La persona que se entrega ante las adversidades porque se le afloja el resorte del alma, al final transita  este breve momento llamado vida con menos valor que un cascote.   Aquí hay mucho por hacer. Por los demás y por nosotros. Si cada quien pone nada más que un poquito, la casa de todos podremos levantarla en tiempo y forma. Materiales tenemos de sobra. 
En lo que se refiere a nuestro Lanús hay mucho por decir. Mucho que aprender. Mucho que trabajar. Tenemos, como en todas partes un presente duro. Pero nos espera un futuro que, si nos proponemos, podremos hacerlo dichoso. También en el cofre de nuestro pasado lanusense hay una historia. Una historia muy rica que contiene momentos apasionantes. Nuestro origen es muy lejano. No nacimos con la Autonomía cuando logramos independizarnos de Avellaneda ni con la llegada de los Lanusse a mediados del siglo diecinueve. Nuestra historia comenzó aproximadamente hace 500 años.
Y esta historia corresponde que todo buen lanusense la conozca y la comprenda para poder interpretar debidamente el presente y no correr el riesgo de dejar al garete el futuro. Futuro que deseamos de progreso y de felicidad.
De tanto batallar algo hemos contribuido para que se conozca nuestro pasado mediante información veraz y superando tantas fabulas y aventurerismo literario ofrecidos por "historiadores" de dudosa capacidad. Reconociendo siempre, eso sí, que existen trabajos muy valiosos cuya seriedad y rigor valoramos como corresponde. Tal vez en nuestras próximas notas no nos ajustemos estrictamente al análisis político de la actualidad dando opinión, como habitualmente hacemos, desde nuestra pertenencia partidaria. No dejaremos de hacerlo, por supuesto, desde nuestra posición ideológica. Porque si algo consideramos verdaderamente valioso en este oficio de las comunicaciones es la coherencia y el sostener principios. Pero trataremos de comentar nuestra historia de Lanús con toda la objetividad con que podamos hacerlo y procurando que estos comentarios sirvan a todas y todos quienes compartan  o no  nuestra línea de pensamiento. En nuestra próxima entrega iniciaremos esta gratísima marcha que comenzó allá muy lejos, que aún sigue  y que seguramente continuará por los tiempos de los tiempos.  
Los días de este presente cargado de incertidumbre requieren reflexiones serenas, opiniones sensatas y mensajes  que ayuden a transitar el momento amargo sintiendo alguna brisa esperanzadora. Hace muy pocos meses  hemos elegido un gobierno que tiene el compromiso de marcar rumbos. Y aquí hay un pueblo que, si quiere ser libre y digno, debe proponer lo que considere necesario y justo para salir adelante. La participación efectiva del pueblo siempre es beneficiosa.
De esto se sale reclamando transformaciones políticas y sociales profundas. Y luchando para que ellas sean hechos concretos. Vayamos  pensando en una reforma constitucional, en exigir que  el manejo de los resortes principales de la economía y de las finanzas queden a cargo del estado argentino y no en manos de quienes lo hacen en beneficio propio para llevar sus enormes ganancias a los paraísos fiscales. Es tiempo de luchar por la Patria. Y de luchar en serio, si es que realmente deseamos construir  una nueva Argentina. Acabamos de conmemorar la Declaración de la Independencia ocurrida el 9 de Julio 1816. Aquellas ideas de libertad nos comprometen todavía. No eludamos el compromiso.

   (*) De Iniciativa Socialista