martes, 10 de julio de 2012

Se hizo justicia: se le cayó la careta de progre


por Daniel Ledesma*

  Sorpresa podría causarme que mañana Macri se manifieste abierta y sinceramente en favor de una profundización de derechos sociales para los marginados de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Sorpresa me causaría que Jorge Altamira del PO defienda a Pan American Energy, desatendiendo el legitimo reclamo de los dragones de chubut; porque realmente sería algo inesperado para mi, porque el ADN de cada uno de los actores se lee fácilmente. 
 Y cuando alguien como el intendente de Lanús, logra disimularlo, logra estafar a muchos o a unos cuantos; “siempre”, más tarde o más temprano esos cuantos se van dando cuenta, van leyendo su ADN y corre por cuenta de esos cuantos manifestarlo o no, según la conveniencia. Hay quienes por interés personal mirarán para otro lado y seguirán aplaudiendo y habrá quienes intentarán desenmascararlo a pesar de ponerse en contra un
tremendo aparato oficialista que aplasta.   
  Pero más allá de esto, también es cierto que “uno” no puede disimular, mentir o estafar todo el tiempo. En algún momento sale el verdadero Yo, y eso es lo que sucedió con “el gran embaucador” de Lanús. 
Sorpresa es un pequeño e instantáneo estado emocional, producto de un suceso inesperado. Es una de las dos emociones básicas identificadas por Paul Eman y Sigmund Freud en su libro de 1975 “Desenmascarando el rostro”. Puede tener cualquier valoración, es decir, que puede ser neutral, agradable o desagradable.
Y quizás a muchos, ya sean oficialistas u opositores en Lanús, los dichos del Intendente respecto del gobernador de Buenos Aires les haya causado sorpresa, y a partir de allí pueden haber opinado si fue de buen gusto o mal gusto, puede que les haya caído mal o bien, según sus impresiones. Pero a decir verdad, a mí no me causó sorpresa en absoluto. Que eso haya tomado estado público, sí me sorprendió … y mentiría si no reconociera que sentí un placer inmenso.
Y digo placer, no desde el rencor, lo digo desde el sentimiento de justicia, porque más allá de lo fáctico, económico-administrativo, lo que se logró, al hacer que tomará estado público, los dichos del retrógrado Intendente, es ni más ni menos que justicia, y hablo de una justicia público-social, justicia para aquellos que sufrimos la injuria y calumnia de un personaje como éste, justicia para aquellos a quienes intentó “dibujarles” causas judiciales, criminalizando de esa manera la protesta, justicia para los compañeros a los que les envió patotas a los locales partidarios cuando osamos hacerle la interna en agosto del año pasado, justicia por la “estafa ideológica” a muchos vecinos que compraron el discurso progresista y de “cambio” en el distrito, justicia para todas aquellas personas con sensibilidad que escucharon con el morbo y naturalidad que se mofaba de una discapacidad éste tipo con clara personalidad enfermiza; justicia por la “extorsión moral” de decir que si no se estaba con él se estaba con la derecha, la oligarquía y en contra de un modelo nacional y popular del cual se creyó dueño absoluto.
El 1º de junio del 2011 en una carta abierta La Defensa publicaba todo esto. Por eso no me sorprende, porque lo escribí y salió publicado hace ya más de un año, porque decidimos con compañeros plasmar nuestras disidencias en una interna en agosto del año pasado, sabiendo que no ganaríamos, pero convencidos de que había que comenzar a marcar, resaltar diferencias, y eso no nos perdonó el reaccionario, ni nos van a perdonar nunca los obsecuentes del poder que aplaudieron 30 años una manera añeja, rancia de manejar el poder y que no les importó venderse a quién los fustigó, vapuleó en cuanta oportunidad tuvo, son esos los únicos que hoy defienden al indefendible, y lo defienden no por convicción, sino por miedo a perder las migajas del poder de las que se han alimentado toda su vida… Esos no nos van a perdonar nunca, porque no podrán entender nuestro despego por el poder, no podrán entender como cometemos la “locura” de patear el tablero cuando las acciones dejan de ser consecuentes con la convicciones. ¡Lo que no entienden, ni van a entender nunca, es que la historia es de quienes la hacen y no de los que se sacan fotos y la aplauden!
  (*) Ex director municipal. Diaz Perez lo llamó “mi primer soldado”